¿Ganamos?
Son 77.4 millones de mexicanos inscritos en el padrón electoral nacional. De éstos prácticamente votó el 44.68%. El abstencionismo unido al voto nulo sumó el 55.32%. En concreto, menos de la mitad de los electores registrados creó mil 500 puestos de elección popular, ya que en seis estados se votó para gobernador y congresos locales.
Quinientos diputados de a 152 mil pesos mensuales, más sus auxiliares, asesores, secretarias, guaruras, choferes, edecanes, cuartos de hotel, comidas, pasajes de avión, viajes al extranjero, bonos, aguinaldos, sueldos para todos ellos, más lo que se acumule, deja ver que México es un país rico; al menos más que Costa Rica que sólo tiene un Poder Legislativo de 57 diputados de los cuales 22 son mujeres. Cara es la democracia en este país y si no se ejerce, aún más.
A esto súmele las carretadas de pesos que se reparten en algunos grupos de la población antes y después del proceso, “apoyos”, propaganda, volanteo, encuestas de salida y de entrada, etc., entonces hacer política no sólo es caro sino en un gran negocio para los que danzan bajo su ritmo, negocio financiado con muchos de nuestros impuestos.
Los mexicanos que no votaron ahora son “los que mandan un mal mensaje a los gobernantes”, son quienes “no fortalecen la democracia”, los que “dejaron solo al presidente en su lucha contra la violencia”, aquellos que no quisieron “que así gane la gente”, los que no aceptaron ser de los de “PRImero tu voto” y son tal vez los que no invirtieron tiempo en el “piénsale”.
En total, fracasamos todos, tanto como los que no convencieron a la mitad del electorado con sus propuestas polvosas y repetitivas. El IFE por no poder aumentar el número de votantes sino al contrario, los alejó más. Los políticos porque con sus excentricidades ahuyentaron a más gente. El país porque no llega lo mejor a las cámaras. Los partidos que hoy se alzan con un 37.5% de aceptación el PRI; 28% el PAN un 12% el PRD y las demás migajas, perdón curules, entre el resto, pero dicen “ganamos” porque así lo dicta la ley, pero con menos de la mitad de los votantes.
La abstención merece atención y motivación, hay un 55% de mexicanos que no cree en sus políticos. Hoy los votos que se dan en las urnas son más de castigo que de confianza y muchos de los que votan desquitan ahí su frustración porque el partido por el que votaron anteriormente les falló y así castiga, votando por el contrario con la esperanza, como en la lotería, de ahora sí atinarle al número premiado.
Quedan ya muy pocos militantes del llamado “voto duro”, soporte de garantía en los partidos, esos que ya están perfectamente convencidos.
Las asociaciones, que tratan de subsanar lo no hecho por los partidos, han aumentado y algunas hasta al amparo de funcionarios del mismo Gobierno.
El desencanto está ganando la batalla al civismo, pero aún así... ¿ganamos?
Miguel Gerardo Rivera,
Gómez Palacio, Durango.