Tarde, pero ¿aprendemos?
Dicen por ahí que muchas veces se aprende, aunque tarde, pero al fín aprendizaje. El aprendizaje amplía nuestros conocimientos y los conocimientos son herramientas que deben utilizarse en la vida para evitar caer y recaer en los mismos errores. Sin embargo, a veces esta forma de aprender cuesta caro y una vez dado el paso no hay reversa, arrepentimiento tal vez, pero no hay marcha atrás.
Esto viene a colación por las diferentes etapas por las que a partir del año dos mil nuestro país ha pasado en el terreno de la política.
Caro costó a los mexicanos que en un afán de revancha contra el PRI, se votara por Vicente Fox, él que se dijo paladín y defensor de la patria y sus habitantes que esparanzados hasta el último día vieron cómo el “presichente” se iba como llegó, con más pena que gloria. Pero el PRI aprendió que tenía que modificar sus actitudes y acercarse otra vez más a la gente, por eso hoy son los que gobiernan al país, desde el Congreso.
Caro también costó a los torreonenses que hace tres años eligieron a José Ángel Pérez, que al principio tuvo actitudes foxistas al retar hasta al mismo gobernador del Estado y a gente de su propio partido encumbrada hoy en los más altos niveles panistas y que sí supieron aprovechar, y muy bien, su momento para hecerse crecer. El fracaso en las urnas para la elección a diputados fueron los clavos del ataúd que con mucha soberbia y anticipación construyó el presidente municipal saliente.
Caro ha costado a los gomezpalatinos haber electo a un munícipe que de buenas a primeras aventó el arpa y se nos fue de diputado dejando obras inconclusas y promesas no cumplidas, omisiones que hoy la ciudadanía tiene que aceptar por su ligereza al votar por el que creyeron la mejor opción. Luego llega un suplente que cual conejo de la chistera del mago nos impusieron los que dicen que nos representan en Durango: los diputados; persona allegada al que se fue, pero muy alejado del liderazgo que reclama el puesto, ya que éste se gana en las urnas, no en actas.
Lo laguneros que no tenemos la fortuna de elecciones a la par de Coahuila (qué lástima), estaremos muy atentos de si los resultados obtenidos por el ganador representan el 50% más uno del padrón electoral, que diga lo que diga el IFE, ésa es la mayoría absoluta y no la relativa.
Caro pagará Torreón si se deja llevar por el canto de las sirenas y no emite un voto analizado y por supuesto bien razonado. Luego se dice que los ciudadanos tienen los gobiernos que merecen; no, la verdad es que los ciudadanos tienen los gobiernos que eligen y deben aceptar su riesgo, acierto o error.
Aprendamos de nuestros errores; tal vez sería mejor no elegir a Blanca Nieves, pero sí a los siete enanos, es decir ni PRI ni PAN así se daría la oportunidad a otra “garrita” para que sirva de portero ante los balonazos que le esperan al que llegue a esa portería, que aunque dicen está bien defendida, al último minuto les pueden echar el gol de la victoria.
Miguel Gerardo Rivera,
Gómez Palacio, Durango.