¿Un bono de qué..?
Una de las caracterizaciones que Enrique Cuenca “el Polivoz” hacía, era la de Don Pedro Ferriz, con tremendas cejas y de traje, tras un viejo escritorio a la vez que usaba una frase que decía: “No sé si reír, llorar o rezar”.
Es lo mismo que ahora sentimos los gomezpalatinos que no sabemos qué gran pecado habremos cometido para tener este Gobierno Municipal tan flojo y tan corrupto que no ve más allá del signo de pesos y de poses en sus ya trilladas audiencias públicas a donde ocurre el más necesitado por algo de ayuda, misma que están obligados a ofrecerle dentro del campo institucional y de la Ley porque para ello son Gobierno.
Leo con tristeza que ahora los señores regidores, sí, esos que ganan algo así como 50 mil pesos mensuales, quieren un bono, un bono de productividad... ¿un bono de qué? ¡de productividad! querido lector y nada más por la insultante suma de 250 mil pesos cada uno, que ya entre los 16 que son, pues harán un bache de cuatro millones de pesos a lo que les van a prestar para pagar, bache que seguramente no será reportado por nadie para que lo tapen como dicen, dicen que lo hacen en las calles.
¡Qué poca mad...era hay en las islas Marías, pero aquí sí de plano no tienen, es muy poca!
La Cuernavaca del Norte volverá a ver las oscuras golondrinas de su balcón sus nidos a buscar y con todo y sus deudas al préstamo mordida le darán.
Por ello no sé si reír cuando le llaman “de productividad”, o llorar porque una vez más somos la burla y el instrumento de sus ambiciones o rezar para que de plano no se los den, al cabo para como está hoy la ciudad, dicho sea de paso, no vale la pena que la arreglen.
Nos saldría más barato que la dejen así a ver si el que venga o la que venga sí demuestra amar a este municipio que tanto necesita y al que dejarán endeudado al menos por los siguientes cinco años.
Miguel Gerardo Rivera,
Gómez Palacio, Durango.
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Educar la sobriedad
En el comienzo del curso vuelven a oírse quejas de lo caros que son los libros y el material escolar. Y más este año en que muchas familias están sufriendo las consecuencias de la crisis.
Una buena educación consiste en enseñar a transformar los problemas en oportunidades. Y la crisis puede ser una buena oportunidad para educar a los hijos en la sobriedad. Hacerles prescindir de los gastos superfluos no supone quererles menos; y en las circunstancias actuales es un deber de justicia.
No es necesario comprar un cuaderno con muchas hojas para cada asignatura; se pueden utilizar los del año pasado que casi seguro tienen el 90% de las hojas en blanco. Tampoco suelen ser imprescindibles las colecciones de bolígrafos, rotuladores y lápices de mil colores. Si precisan llamar a casa, pueden utilizar los teléfonos del colegio, por lo que no necesitan un celular; además de que se ahorrarán bastante dinero no les hará perder el tiempo intercambiado mensajes inútiles.
Los zapatos y prendas deportivas no tienen por qué ser de marcas que cuesten mucho sólo para que no sean menos que los demás. En cambio lo que sí conviene comprar son forros de plástico para los libros de texto con el fin de que puedan ser aprovechados por otros. Las matemáticas las enseñan en el colegio; la virtud de la sobriedad se aprende en casa.
G. P.