‘Lo que nos toca’
¿Qué nos toca? ¿Hacer lo que se puede o lo que se debe? Apenas pasadas las celebraciones del 20 de noviembre, de manera casi inmediata los laguneros colocamos nuestros adornos navideños en espera de que esta fecha llegue pronto y con ello buscar amansar a las huestes del dolor y la destrucción que nos han avasallado durante ya varios años. Pensamos erróneamente que una fecha, por muy significativa que ésta sea, será la panacea que calme el dolor que causa la frustración de ver cómo en nuestro país la impunidad y el saqueo de nuestra patria van rampantes cabalgando en unicornio de majestuosa corrupción.
Y pensamos prolongar además esas festividades más allá aún del día 2 de febrero en nuestro afán de que la paz y la tranquilidad, que merecemos en cada Navidad, llegue y se sostenga durante todo el año nuevo.
Fincamos en esas fechas deseos de prosperidad y la mejora continua del individuo, su familia y la sociedad entera, hacemos además votos y promesas que a veces están distantes del horizonte del cumplimiento.
Fechas como Navidad, Año Nuevo, 14 de febrero son importantes en nuestras vidas porque en ellas buscamos un reiniciar, un retomar las cosas con otros bríos para hacer de nuestras vidas algo mejor, todas ellas fincadas en el amor.
Pero hemos olvidado lo más importante: qué hacer el resto del año.
Nos hemos acomodado en nuestra caja de confort y hemos, a propósito tal vez, dejado que otros hagan lo que a una comunidad compromete, hemos permitido que voten por un presupuesto que trascenderá en más hambre y miseria y los que lo votaron nosotros los elegimos sin tener, en muchos casos la visión de la verdadera magnitud de ese voto.
Hemos callado ante los abusos y dispendio de que hacen gala los dirigentes del país y hemos aceptado sus imposiciones a través de la Ley de Hacienda o Secretarías de Finanzas.
Hemos dejado de votar más de 40 millones y con tristeza vemos que no pasa nada, siguen ganando los que no ganaron.
Hemos ignorado a los que más saben, por viejos, no por diablos, a esa gente de la tercera edad que nos atosiga con sus consejos.
Hemos dejado en los niños demasiadas responsabilidades, en el hogar, escuela y hasta para la manutención de las familias. Maltratamos nuestro ecosistema, desperdiciamos el agua, contaminamos todo lo que tocamos y en un sinfín de caos nos hemos ido en la inercia de que lo mismo pasa en los E.U., en China, en Afganistán sin ser nosotros norteamericanos, chinos o afganos. Es tiempo, no sólo en la Navidad, de hacer no lo que se puede, sino lo que se debe, primero por nuestro entorno; de pensar mejor las cosas y a dónde puedo yo sumar, no restar ni dividir.
Demos lo mejor de nosotros con un abrazo, una palabra de aliento, una ayuda en especie para aquellos que en esta Navidad y Año Nuevo celebrarán, tradicionalmente, el nacimiento del que siendo Rey se convirtió en el más humilde de su reino.
Miguel Gerardo Rivera,
Gómez Palacio, Durango.