Monumento a la simulación
Amigas y amigos periodistas: la prensa de hoy da cuenta de la inauguración de la Primera Planta Purificadora de Agua “que reducirá considerablemente la presencia de arsénico en el agua sustraída del subsuelo.....”. Dicha planta tiene una inversión estimada en un millón de pesos.
Con lo anterior, se pretende darle la vuelta (simulación) al principal problema que origina la presencia de arsénico en el agua que consumimos los laguneros. Este peligroso metaloide se ha hecho presente dada la sobreexplotación del acuífero.
Al bombear cada vez a mayor profundidad, dicen los expertos, se llega a los mantos acuíferos en los cuales la presencia de sales como el arsénico, molibdeno, selenio, manganeso, etc., son más abundantes y de ahí son acarreados a la superficie por medio del bombeo. Esta verdad científica nos la ha venido repitiendo tanto los ambientalistas locales como los que nos han visitado en referencia a tal problema.
Este remedio, el de las purificadoras, será, además de costoso (por ahora se dice que faltan 17 pozos en los que se instalaría) semejará a tratar un cáncer terminal con un par de aspirinas. Y todo por que la Comisión Nacional del Agua no cumple con su deber de controlar la extracción del agua del acuífero.
Héctor Astorga Zavala,
Torreón, Coahuila.
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Non felicit taliter omni nationi
Frase pronunciada por su santidad Benedicto XVI.
Palabras en latín que todos los laguneros hemos leído en el frontispicio del Templo de Guadalupe cuyo significado es: “No ha hecho cosa igual con las demás naciones”.
Fue el padre jesuita don Francisco López, quien llevando una imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe, que fue fielmente copiada por Don Miguel Cabrera de la imagen original en la Basílica y se presentó ante el Papa Benedicto XVI, pronunciando “Beatísimo padre, he aquí a la Madre de Dios que se ha dignado ser también la Madre de los mexicanos”.
Ganado por la belleza y devoción inspirada por la imagen, el Santo Padre se arrodilló y exclamó conmovido “Non fecit taliter omni nationi”, la Virgen Santísima nunca ha hecho cosa semejante con ninguna otra nación.
Por ello su santidad Benedicto XVI expidió la Bula del 15 de mayo de 1754, por cuyo tenor se aprobó el título de la Santísima Virgen María de Guadalupe y patrona principal de la nación mexicana y se estbleció su fiesta anual el día 12 de diciembre, por lo que es considerado el Pontífice guadalupano su Santidad Benedicto XVI.
Así, pues en estas fechas celebramos las fiestas guadalupanas y el Juan Diego que somos todo el pueblo mexicano que volvemos a escuchar la música celestial y la voz dulcícima y maternal de María de Guadalupe que nos llama, “Hijo mío muy amado -con ternura y nos repite que- no se turbe tu corazón ¿no estoy aquí que soy tu Madre?
Igual que en aquel día 12 de diciembre de 1531 en el cerro del Tepeyac... Y desde entonces para el mexicano ser guadalupano es algo especial.
Arturo Salas Juárez,
Torreón, Coahuila.