"En el calentamiento global necesitamos una estrategia más realista e inteligente."
Bjorn Lomborg
Los medios de comunicación y los manifestantes que han asediado la ciudad danesa de Copenhague en estos días han enfocado su atención en si se firma o no un acuerdo final en la XV Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Para participar en esta reunión están llegando a Copenhague jefes de Gobierno y de Estado tan diversos como Felipe Calderón de México, Barack Obama de los Estados Unidos y Hugo Chávez de Venezuela. Todos buscan los beneficios políticos de tener presencia en este escenario.
El obstáculo para la firma del acuerdo es simplemente el dinero. Los dirigentes de países emergentes están pidiendo miles de millones de dólares a las naciones ricas como "compensación" por los efectos de las emisiones a la atmósfera que éstas han realizado a lo largo de los años. El venezolano Chávez ha exigido a los países ricos que acepten su "deuda ambiental histórica". Los gobiernos desarrollados han aceptado aportar algo de dinero a un fondo internacional, pero no tanto como exigen los emergentes.
Independientemente del monto del "rescate", puedo adelantarle a usted que no habrá en Copenhague ninguna solución real al problema del calentamiento global. La actual reunión no será diferente en esto que la de Río de Janeiro de 1992 o la de Kioto de 1997. La razón es que si bien el diagnóstico de estas cumbres parece ser correcto, es decir, el planeta se está calentando como consecuencia de las emisiones de contaminantes por combustibles fósiles, el tratamiento que han propuesto no tiene ninguna posibilidad de resolver el problema.
El danés Bjorn Lomborg, autor del ya clásico libro The Skeptic Environmentalist (El Ambientalista Escéptico), ha señalado que las soluciones que se han propuesto en estas cumbres internacionales no son realistas. La aplicación de los acuerdos de Kioto, por ejemplo, tendría un costo de cientos de miles de millones de dólares, quizá billones, "en crecimiento económico perdido". Lo peor de todo es que, aun si se aplicaran, tendrían que pasar 90 años para que la Tierra se enfriara apenas unas décimas de grado.
La solución no radica, dice Lomborg, en detener el desarrollo del planeta sino, por el contrario, en acelerarlo. "La historia nos demuestra que, a pesar de su mayor producción, las economías desarrolladas contaminan menos que las que están en vías de desarrollo. En otras palabras, la solución no radica en hacer más caros los combustibles fósiles sino en hacer las energías alternativas más baratas."
Lomborg señala que en la actualidad el mundo dedica apenas 2 mil millones de dólares anuales a la investigación en tecnologías de energía limpia. "Aumentar este monto 50 veces a 100 mil millones de dólares al año... no sólo sería más barato que los 180 mil millones de dólares al año que costaría la aplicación del protocolo de Kioto sino que tendría un impacto cientos de veces mayor. Nuestro trabajo en el Centro de Consenso de Copenhague ha demostrado que con el recorte de emisiones de carbono probablemente sólo evitaremos dos centavos de cambio climático por cada dólar gastado. En contraste, por cada dólar que invirtamos en investigación en energía verde podemos evitar 11 dólares en daños."
El problema es que las soluciones inteligentes, las soluciones que realmente funcionan, no son aceptables para los políticos, que quieren recetas que, aunque no funcionen, les permitan presentarse ante los electores como los salvadores del mundo. El planeta, sin embargo, no necesita salvadores, sino investigación y conocimiento.
El jefe de Gobierno del Distrito Federal Marcelo Ebrard se toma la foto montado en una bicicleta en la cumbre del cambio climático de Copenhague. Mientras tanto, en la Ciudad de México, los cierres cotidianos que ordena del Paseo de la Reforma para montar conciertos y árboles navideños provocan congestionamientos enormemente contaminantes.
Www.sergiosarmiento.com