Sin haberse cerrado aún el expediente del diferendo entre Petróleos Mexicanos (Pemex) y el consorcio coreano Comproca por los sobrecostos exigidos por éste, alegando vicios ocultos en el contrato de reconfiguración de la refinería de Cadereyta, ya le salió un retoño a la pesadilla.
Hete aquí que el grupo Protexa, de los hermanos Javier y Humberto Lobo Morales, acaba de plantear un reclamo por supuestos adeudos de la paraestatal en su participación frustrada como constructora de una planta coquizadora de la propia refinería. La intención de la paraestatal era aprovechar el coque o residuo de petróleo en el proceso de refinación para utilizarlo como combustible para plantas generadoras de energía eléctrica.
De hecho, aún incipiente el levantamiento de la planta, Pemex tenía ya comprador: Cementos Mexicanos, la firma de Lorenzo Zambrano, firmó un contrato de exclusividad en la compra de la mercancía por tres años.
El problema, ¡válgame Dios!, fue que Protexa no cumplió con la ruta crítica prevista, lo que obligó a plantear una demanda de rescisión de contrato, que al final del día ganó la paraestatal.
La estafeta la asumiría la firma constructora Tribasa de David Peñalosa Sandoval, quien tenía una participación de 5% en el consorcio Comproca, integrado, además, por la firma alemana Siemens y, naturalmente, la coreana SK Engineering.
El caso es que Tribasa tampoco pudo, tantito por las dificultades técnicas que enfrentó, y tantito por los problemas de su presidente al no cumplir con un préstamo de Nacional Financiera.
El contrato, pues, sería ahora para el grupo ICA, de Bernardo Quintana Isaac, quien finalmente entregaría la planta a Pemex.
El problema es que en la ruta abrupta pasaron seis años, lo que provocó que Cemex planteara una demanda contra Pemex por incumplimiento de contrato en el suministro de coque de petróleo, obligándose la paraestatal a importar el producto a su favor, para evitar el pago de una colosal multa. Naturalmente, la factura fue por varios millones. El absurdo es que tras haber roto los platos de Pemex, la empresa Protexa pretenda ahora que se le pague la vajilla completa.
Lo peor del caso es que dadas las complicidades que en Petróleos Mexicanos están en subasta al mejor postor, en una de esas gana el pleito, lo que, decíamos, le daría un adendum a la pesadilla que representó la reconfiguración y modernización de Cadereyta, cuya etapa final, 10 años después, no termina de llegar.
Como usted sabe, el gobierno zedillista le entregó un contrato a Comproca bajo el supuesto de que había matado víbora en viernes, dado el bajo precio alcanzado.
El caso es que los coreanos, en afán de sostener su precio, importaron al país material y aún mano de obra de segunda, llegándose, por ejemplo, al caso de traer a 400 jóvenes habilitados como soldadores, quienes eludían así su servicio militar obligatorio que implica cuartel durante dos años.
En el jaloneo, tras colocar en la mesa un sin fin de reclamaciones por supuestos vicios ocultos en el contrato, el consorcio entregó las obras inconclusas, no obstante lo cual Petróleos Mexicanos le firmó un finiquito.
El asunto, lo recordará usted, llegó a la Comisión Internacional de Arbitraje, con sede en París, quien el año pasado emitió una resolución a favor de Comproca, que obligaba a Petróleos Mexicanos a pagarle 630 millones de dólares.
La firma coreana lanzó las fanfarrias al vuelo.
Sin embargo, homologada la resolución con las leyes mexicanas, el asunto está aún en los tribunales bajo la posibilidad de llegar a un arreglo.
Según ello, Pemex colocaría 100 millones de dólares como punto final, no obstante que sus propias reclamaciones alcanzaban mil 800 millones de dólares.
El caso es representativo de la forma tradicional en que la paraestatal realiza negocios, y de la impunidad de sus funcionarios.
Hete aquí, para no ir lejos, que el que fuera entonces director general de Pemex Refinación, Jaime Mario Willars, tras una larga estancia en Rusia se pasea como Juan por su casa en el país sin responsabilidad alguna al calce.
Y ahí está Protexa con la mano extendida.
En su intento de lavarse la cara frente a la ira de tirios y troyanos ante su cargada en favor de elevar un punto la tasa del Impuesto al Valor Agregado, el PRI se está hundiendo más en el pantano, al exhibir una carta del subsecretario de Ingresos de Hacienda, Dionisio Meade, en la que plantea el escenario a título de recomendación.
"Fue el Gobierno", diría la exculpación.
El problema es que lo que pareciera prueba de descargo actúa bajo el efecto contrario. El ex partido oficial, pues, atendió la consigna de la dependencia en lugar de hacer su tarea.
Cuál autonomía, pues, del Congreso.
Lo grave del caso es que el masacote resultante del paquete económico quemó todas las opciones sin ganar una sola batalla. Se endeudará el país sin que se haya frenado la catarata de impuestos. Se eleva el precio del petróleo sin exigencia de productividad a Pemex, y se le dan ingresos el gobierno sin asegurarse una radical reducción del gasto corriente.
¿NO QUE NO? A contrapelo de la promesa presidencial de que la extinción de Luz y Fuerza del Centro no implicaría la privatización del órgano desconcentrado, la bancada panista en el Congreso prepara una iniciativa para abrir la posibilidad de generación para fines públicos y de distribución de energía eléctrica a favor del capital privado nacional y extranjero.
Como usted sabe, la alternativa existe para autoconsumo, por más que una parte de los excedentes de las plantas privadas se le pueden vender a la Comisión Federal de Electricidad. Naturalmente, el esquema implica una reforma a los artículos 27 y 28 de la Constitución.
Hasta hoy las propuestas se han estrellado ante la férrea oposición de priístas y perredistas en el Congreso de la Unión.
El primer intento se planteó en 1999, doblegándose tras una movilización tenaz del Sindicato Mexicano de Electricistas. El segundo llegó en 2002, bajo el gobierno foxista.
NUEVO VERACRUZ Quien está trabajando a marchas forzadas en la construcción de lo que será el nuevo Veracruz, es decir la extensión del puerto hacia la zona costera donde se localiza el poblado conocido como Antigua, es el grupo Carso.
Su contribución, vía la filial del grupo de Carlos Slim denominada Inmobiliaria para el Desarrollo de Proyectos, que encabeza Alfonso Salem Slim, es un complejo habitacional, un hospital, dos escuelas, un centro comercial y un acceso vial.
Las obras se realizan en terrenos donde se ubicaba la empresa Aluminio S.A., que fuera propiedad de Miguel Alemán Velasco.
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