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Fueron los primeros en jurar amor ante “La Flaca”

EL UNIVERSAL

A las 19:23 horas del miércoles 31 de octubre de 2007, Milton de Jesús y Rosa María fueron declarados marido y mujer ante la imagen de la Niña Blanca o de la también conocida como la Santa Muerte.

Ellos se convirtieron en los primeros esposos en México que se unen en matrimonio en una de las capillas dedicadas a la Santa Muerte, la ubicada en el municipio queretano de Pedro Escobedo, a 35 kilómetros de la capital de la entidad.

Fue una celebración litúrgica casi como cualquier otra que se realiza cada domingo y en cualquier parroquia, capilla o templo; hubo sermón, los asistentes se dieron la paz e, incluso, el sacerdote ofreció la comunión y despidió con el siempre reiterado: “Pueden ir en paz, la misa ha terminado”.

Sin embargo, la diferencia estaba en las decenas o quizá centenas de imágenes de la muerte. La muerte vestida de novia, la muerte con túnica, la muerte a caballo, con su clásica guadaña en la mano derecha.

La muerte, La Flaquita o La Niña Blanca en sus múltiples imágenes, tuvo doble celebración ese 31 de octubre. Una, el cuarto aniversario de la capilla dedicada a ella en esta población queretana; la otra, la realización de la boda de Milton de Jesús de la Rosa Dávila con Rosa María Hernández Pérez.

Y por eso hubo fiesta anticipada, pues como dice Teodoro Reyes, propietario de la capilla, la celebración por el aniversario empieza a las 11 de la noche con una misa de acción de gracias, pero ahora se adelantó por la boda.

Defenderla… hasta la muerte

La Santa Muerte, dice el sacerdote oficiante, Felipe de Jesús, ni es protectora de ladrones ni tampoco representa al diablo.

“Alguien me comentó que dicen que los que creen en la muerte, son delincuentes y yo no me siento ningún delincuente. Si ayudar a hacer el bien es ser delincuente, soy el peor de todos”, manifestó.

Luego se dirigió a los esposos para referirles que lo que importa es lo que ellos creen de ella, la muerte, sobre todo este día en que han contraído matrimonio frente a su imagen.

A fin de cuentas, les explicó, ella era tan sólo una advocación, “como lo es la Virgen en sus diferentes manifestaciones, pero es una sola”.

Aprovechó para afirmar que ellos, a diferencia de una iglesia similar que tiene su sede en el Distrito Federal, “no vamos a ocultarle su rostro de calavera solamente por conseguir un registro que nos dé el gobierno; nosotros tenemos el permiso de Dios para actuar y celebrar la misa y con eso nos basta”.

“Jamás dejará de ser nuestra madre”

Luego la advertencia: “Nosotros, como parte de la Iglesia, aunque la Iglesia nos rechace, aunque renieguen de nosotros, jamás dejará de ser nuestra madre. Y aunque nos quieran excomulgar o quieran hacer lo que quieran de nosotros, jamás dejará de ser nuestra madre, porque hemos sido bautizados, confirmados y algunos hemos recibido la sagrada bendición para guiar a las ovejas que se encuentran descarriadas”.

Bendijeron después los anillos, el lazo que los unió y las arras menos el rosario, porque la madrina de éste no llegó a tiempo.

Después de la ceremonia, concluida la bendición, los novios posaron para los fotógrafos, a los pies de la imagen de la Santa Muerte. Ante ella se besaron, ante ella se enlazaron las manos y también ante ella recibieron las felicitaciones de sus parientes.

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Escrito en: Santa Muerte

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