En un reciente seminario internacional realizado en la Ciudad de México, en relación con la llamada "fuga de cerebros" en Latinoamérica, se presentaron algunos datos sencillamente estremecedores.
Según las cuentas de algunos especialistas, hay unos 575,000 profesionistas mexicanos, con nivel de estudios de licenciatura o superior, trabajando en el extranjero. En su educación el Estado gastó algo así como unos cien mil millones de pesos, dinero que para efectos prácticos se fue por el caño, dado que los talentos y potencialidades desarrollados en las aulas nacionales serán aprovechados por otras sociedades, otros países.
Cuando se habla de personas con maestría o doctorado, el panorama es todavía más desalentador: Por cada cinco másters en México hay uno en Estados Unidos. En el caso de los doctorados, la proporción es todavía peor, de tres a uno.
O sea que mucho de la emigración al Primer Mundo (hay unos 23,000 profesionistas mexicanos en Europa) no consiste en el pobre ejidatario sin educación ni opciones, que desafía a la Migra y los muros fronterizos para poder comer, ya de perdido. No, resulta que una proporción importante de los que se van Al Otro Lado son personas educadas, con talentos y competencias que podrían ser bien aprovechadas en nuestro país
La expresión Fuga de Cerebros nació a fines de los años cincuenta para referirse a los jóvenes de Alemania Oriental que, luego de terminar sus estudios, agarraban maleta y título y se pasaban a Occidente, en los tiempos en que no existía el Muro de Berlín. La República Democrática de Alemania se esforzaba en capacitar gente con calidad, sólo para que su enemiga (la República Federal) se quedara con ellos. Claro, en la Alemania Occidental había mejor paga, y sobre todo, libertades que del otro lado no se podían imaginar. Por eso tuvieron que partir Berlín con una bardota: para que los listos no siguieran huyendo a donde sí se apreciaba y pagaba su inteligencia.
Como en el caso de Alemania Oriental, lo que le ocurre a México es ocasionado en parte por la estupidez ideológica. En este país se mantienen monopolios ineficientes contra viento y marea; se toleran sindicatos gangsteriles con los que un delincuente como Napito puede parar la producción de una rama importante de la industria minera; el imperio de la Ley, el respeto a la propiedad privada, el estímulo a la generación de la riqueza no existen, entre otras causas porque son vistos como "valores burgueses". Y luego de impedirle a la gente que progrese, que se desarrolle en esta sociedad de mediocres y envidiosos