Adicción. Uno de cada tres mexicanos vive expuesto al humo del tabaco; es decir, casi 35 millones de personas.
La Clínica contra el Tabaquismo de la UNAM busca que los pacientes aprendan a manejar sus
emociones. El primer paso es redactar una carta con la que se “despiden” de su adicción.
Como una relación tormentosa de amor y odio, en la que la persona se sabe lastimada, pero se aferra a continuar en ella, define Guadalupe Ponciano, directora de la Clínica contra el Tabaquismo de la UNAM, la adicción al cigarro.
Más allá de la dependencia física, los fumadores desarrollan un "lazo afectivo" con el tabaco que les impide dejarlo pues se convierte en una parte que se cree indispensable para desarrollar las actividades diarias.
La especialista explicó que los fumadores desarrollan un proceso cognitivo en el que se asocia el consumo de tabaco con las distintas emociones que se viven.
Por ejemplo, cuando una persona se siente triste y se fuma un cigarro que le da bienestar, se implanta la idea de que para sobrellevar los momentos de tristeza es necesario el consumo de tabaco.
Pasa lo mismo en situaciones de nerviosismo, alegría, soledad o convivencia en las que se encuentran las personas con un cigarro en la mano. "Este lazo emocional empieza desde el primer cigarro".
La razón por la que se dificulta dejar este hábito es que el fumador desarrolla dependencia física y el cuerpo "pide" la dosis de nicotina necesaria para permanecer tranquilo.
En entrevista, Ponciano detalló que el primer paso, y el más difícil, "es tomar la decisión de romper el lazo afectivo con el cigarro que trae consigo un proceso de duelo semejante a la pérdida de un ser querido o el final de una relación amorosa".
Los motivos por los que la gente deja de fumar son diversos: unos lo hacen porque es de vida o muerte por antecedentes de infarto o diagnóstico de enfisema; otros lo hacen por la familia o la pareja, y unos más por convicción personal.
El inicio de año es el más activo para la Clínica contra el Tabaquismo de la UNAM, mencionó Guadalupe Ponciano, debido a que en esta fecha de deseos y nuevos propósitos "muchos quieren dejar el cigarro, pero pocos lo logran".
El programa que se emplea desde hace más de una década en Ciudad Universitaria es cognitivo-conductual, a través del cual se enseña a la gente a manejar sus emociones sin necesidad del cigarro, además de sustituir la nicotina por chicles o parches, de acuerdo con la necesidad de cada paciente.
En este proceso es cuando el fumador vive el duelo de dejar la adicción y aprende a modificar su estilo de vida, así como a llenar el vacío que el cigarro deja en él, con otras actividades. Pero antes tiene que despedirse del cigarro "con una carta que cuando la leen se entienden a sí mismos y su adicción".
Ponciano señaló que los beneficios de dejar de fumar son inmediatos: ocho minutos después del último cigarro, los niveles de monóxido de carbono en la sangre bajan y se eleva la concentración de oxígeno; 20 minutos más tarde la temperatura de manos y pies se normaliza, así como la tensión arterial y la frecuencia cardiaca.
En un día se disminuye el riesgo de un ataque cardiaco, en 48 horas se comienzan a percibir mejor los olores y sabores de las cosas, y en tres días disminuye el cansancio al realizar alguna actividad física y comienza la limpieza del aparato respiratorio con la desinflamación de los bronquios.
De frente y de perfil
"¿Serás mi amigo o mi enemigo? Estás conmigo en el momento que lo deseo, no importa hora y lugar... De veras, qué gran compañero eres, nadie lo hace mejor que tú.
Te dejé por tres años. Al principio era una pesadilla no tenerte, pero después estuve feliz... sin ataduras. No me gusta que me mande nadie. Tú, sin embargo, estuviste silencioso, esperando el momento preciso para decirme suavemente: "Aquí estoy", y yo necia volví a tus humos maravillosos.
No me dejas cantar ni en la regadera. No puedo correr ni respirar porque siento que me ahogo. ¿Hacer ejercicio? Menos. Veo mis dientes amarillos en lugar de blancos. Siento mi piel reseca y áspera, en vez de suave y tersa. Me miro al espejo y descubro más cosas que tú, amigo, me regalas día con día: arrugas profundas y horribles, uñas color violeta... Cigarrito mío, te tengo que dejar. Cada vez que te aspiro, una parte muy querida de mí se muere: mi vida.
Mi nietecito me lo va a agradecer, porque cada vez que te enciendo, él con su dulce vocecita me pide que te apague... y yo, terca, no lo hago. Quiero darme la oportunidad de convivir sanamente con los seres que amo y los que me rodean. Quiero hablarles de frente y no de perfil". (Carta de uno de los pacientes de la Clínica contra el Tabaquismo de la UNAM)
El saldo del tabaco
El tabaquismo es la enfermedad que afecta a mayor número de personas en el mundo a pesar de ser una causa de muerte prevenible.
La Organización Mundial de l a Salud (OMS) calcula en mil 100 millones el número de fumadores en todo el planeta, lo que equivale a 30% del total de la población en edad adulta.
Este organismo señala que cada día mueren en el mundo 13 mil 500 personas por alguna enfermedad asociada al tabaquismo.
En México existen alrededor de 14 millones de fumadores activos, de los cuales 2 millones se encuentran en el Distrito Federal.
En el país se registran 53 mil fallecimientos por alguna enfermedad relacionada con esta adicción; en promedio, 147 decesos diarios. Además, 52% de los fumadores -más de 7 millones de personas- compra cigarros todos los días.