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Gaza, a pagar los platos rotos

Genaro Lozano

NUEVA YORK.- “Si lo rompe, lo paga, señor presidente,” algo así reporta el famoso periodista Bob Woodward que el ex secretario de Estado estadounidense Colin Powell le dijo a George W. Bush al término de una reunión, a mediados de 2002, en la que se planeaba la invasión a Irak.

A casi ya seis años de la invasión, los eventos que día a día se desarrollan desde Egipto hasta la frontera indio-paquistaní, la región bautizada como el Oriente Medio ampliado por el Gobierno de Bush, demuestran la falsedad de la premisa de que con el derrocamiento de Saddam Hussein el Oriente Medio sería más democrático, más libre, más pacífico y más seguro.

Por el contrario, el conflicto entre palestinos e israelíes está más vivo que nunca. Las tensiones entre las potencias nucleares de la India y Pakistán no cesan; Hosni Mubarak sigue reinando como faraón en Egipto; los derechos y la dignidad de las mujeres y de las personas LGBT siguen dando pena en casi toda esa región ampliada; el Líbano se convirtió en campo de guerra entre el Gobierno de Israel y las fuerzas de Hezbolá en 2006; a Irán no llegan las reformas democratizadoras; mientras que las experiencias de construcción de naciones-Estado en Irak y Afganistán siguen siendo fallidas.

A todo lo anterior se suma la violencia en la Franja de Gaza de estos momentos. Israel y Palestina hoy siguen siendo dos enemigos jurados a muerte y los esfuerzos de la diplomacia multilateral no han sido sino meros paliativos desde el estallido de la Segunda Intifada en septiembre de 2000.

El Cuarteto para el Oriente Medio, formado por la Unión Europea, EU, la ONU y Rusia, quedó prácticamente en un segundo plano de las mediaciones de paz desde que en la fracasada Conferencia de Annapolis, de noviembre de 2007, EU intentó volver a tener un papel de mediador principal entre israelíes y palestinos.

La Unión Europea sola, bajo el mando del presidente francés Nicolas Sarkozy, no logró cuajar como un mediador confiable y efectivo durante 2008. Rusia prácticamente se desentendió de su papel en la zona y la ONU no logra más que mandar exhortos a las partes en conflicto. Paradójicamente, uno de los principales factores de la actual debacle del Oriente Medio se encuentra en Washington, pero al mismo tiempo la ruta a una paz duradera entre israelíes y palestinos tiene su origen también en Washington. Como una enmienda a la célebre frase de la ex secretaria de Estado estadounidense Madeleine Albright, EU no es la nación indispensable, pero sí la fundamental para la paz en Oriente Medio.

EU lleva casi seis años desacreditado como mediador en la región, por el absurdo liderazgo de un presidente tonto con iniciativa por haber invadido ilegalmente a un país, por los atropellos de Guantánamo, por promover la democracia en Irak, pero ignorarla en Egipto y por toda una lista interminable de razones más. El nuevo impasse entre israelíes y palestinos tiene uno de sus orígenes precisamente en la desacreditación estadounidense. Sin embargo, el arribo de Obama al poder significará una nueva oportunidad para negociar la paz en Oriente Medio. La recuperación de la imagen internacional de EU, especialmente en el mundo árabe, no representa un borrón y cuenta nueva, pero sí un cambio en el negociador, si Obama toma la batuta y prueba su innegable prestigio internacional.

La ruta para la paz en Oriente Medio, guste o no, pasa por el nuevo ocupante de la Oficina Oval. En las semanas próximas será indispensable saber si Obama logra ser un presidente capaz de enfrentar una de las más graves crisis económicas de su país y una de las más graves amenazas a la paz internacional al mismo tiempo y si no, entonces a quién nombrará como su representante especial para el Oriente Medio. No queda claro aún si la próxima secretaria de Estado, Hillary Clinton, pueda asumir un rol protagónico en este conflicto. Sin embargo, el cambio de liderazgo en Washington será una oportunidad para que Obama, el “exotismo histórico”, pague los platos rotos de Bush, Aznar y Blair de una buena vez.

Politólogo e Internacionalista

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