Con un afectuoso saludo para el Maestro en Supervisión Educativa, Adalberto Bernal González con quien trabajé esta apasionante temática en su tesis de Maestría, les quiero compartir algunas reflexiones al respecto.
Hablar de gestión y liderazgo, es remontarnos a las más antiguas formas de organización que han existido a lo largo de la historia de la humanidad. Dichos conceptos y actividades, han estado presentes en todas las etapas del ser humano; han sido parte importante en la conformación de las comunidades, el establecimiento de sus normas para la convivencia y han servido como herramientas básicas para la supervivencia.
El ser humano, a diferencia de los demás seres vivos, es el único capaz de aprender, enseñar, pensar, organizarse, distribuir tareas y transformar la naturaleza en su beneficio, pero también en su perjuicio. Estos aspectos llevan consigo, la necesidad de una autoridad y un trabajo colectivo que permitan la planeación y ejecución de todo aquello que genere bienestar para la población o grupo al que pertenece.
Existe un punto de comparación entre la forma en que el hombre se ha ido sobreponiendo a todas las adversidades en su lucha por sobrevivir y la forma en la que operan las comunidades escolares llamadas escuelas. En el sistema educativo actual, hablando de todos los niveles, la organización, la división del trabajo y el ejercicio de la autoridad, determinan gran parte del éxito o fracaso de las escuelas.
Aquellas instituciones con bases firmes en liderazgo y trabajo de conjunto con visiones compartidas, llevan la delantera con referencia a las demás, en cuanto a la aplicación y ejecución de las políticas educativas de moda. Y en tiempos de la globalización, las que muestran deficiencias en cada uno de estos tres aspectos, ponen en riesgo su supervivencia y credibilidad dentro de la sociedad al no ofrecer expectativas confiables de desarrollo integral en el servicio que ofrecen.
Algunas escuelas se ven inmersas en entornos sociales difíciles y han demostrado que con un liderazgo y una gestión bien desarrollados, logran cambiar y mejorar las condiciones de su entorno escolar, incrementando la demanda educativa e instaurando una cultura de trabajo académico.
El liderazgo y la gestión son dos elementos de la sociedad que siempre han estado presentes en toda organización, aunque los términos hayan sido reconocidos mucho después. En todo grupo tenían la forma de elegir a su líder y las características de éste debían ser las más adecuadas a las circunstancias de la época, siendo la fortaleza el requisito principal para este cargo. Lejos de la fuerza, las instituciones educativas necesitan otro tipo de perfil en sus líderes.
Los resultados de estudios sobre las conductas que asumen algunos directores ante la calidad educativa y la observancia de algunos indicadores de eficacia de las instituciones que ellos dirigen, se pueden revisar en trabajos que tienen el objetivo de comprobar si una organización efectiva es producto de una buena gestión directiva. Esta afirmación es aceptada en el campo empresarial y trata de corroborar si es válida en el campo educativo (Mariela Rosales, 2000).
Resulta interesante mencionar los indicadores propios de las escuelas con calidad educativa, producto de la gestión: objetivos comunes, trabajo de equipo, liderazgo en la dirección, estabilidad del profesorado, planificación, coordinación, evaluación, participación de los padres y uso racional del tiempo. La situación que se vive en México, respecto a la dirección de las escuelas y su influencia en el desarrollo de una gestión adecuada que permia tener calidad educativa, es un problema digno de atenderse. Por desgracia, la formación de directores no existe, y quienes llegan a ocupar el puesto recurren a la intuicin o a experiencias vistas desde fuera d la función que hoy les corresponde ejercer.
El involucramiento de los padres de familia no sólo obedece a la capacidad del director para ejercer influencia sobre ellos, sino que ha sido una respuesta natural debido a la preocupación de la familia hacia lo que sucede en la escuela con sus hijos, no solo en lo académico, sino también en su desarrollo personal y relacional. Al menos en México, existen muchos factores que han ido provocando un divorcio entre sociedad y escuela.
Otros estudios refieren al director de escuela como gerente educativo y hablan sobre el proceso que debe seguir para lograr la transformación de la institución que dirige. Analiza el perfil del gerente mediante algunas competencias con las que debe contar para tal fin y entre las cuales destacan como las principales: liderazgo, toma de decisiones, generación de un clima de participación, trabajo de equipo y metodología de trabajo. Atribuye a la gestión algunos elementos básicos de la administración tales como la planeación, organización, dirección, control y seguimiento de dicho proceso, como parte de la función del gerente escolar. La parte más importante de su trabajo, recae en la formación de equipos de alto rendimiento, y la delegación de funciones, como lo fundamental para lograr una gestión de excelencia. Para ello la conformación de un grupo cooperativo, armonioso y trabajador es la base del funcionamiento de una escuela.
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