EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

¿Gigantes o pilas de pigmeos?

EL COMENTARIO DE HOY

FRANCISCO AMPARÁN

Con motivo del deceso de Ted Kennedy, los medios de comunicación norteamericanos empezaron a explorar el tema de la falta de liderazgo trascendente, y de estadistas de fuste en la Unión Americana. Algunos llegaron a decir que había desaparecido "el último gigante de la política norteamericana".

Lo cual fue tomado al desgaire por el periódico The Washington Post, el cual le preguntó a varios analistas qué se debía entender por un "gigante"; y sí, efectivamente, ya no había de esos especímenes entre la fauna política de los Estados Unidos. La cual, especialmente desde que empezó el siglo, se ha visto bastante, bastante escuálida.

Las respuestas fueron naturalmente muy variadas. El excongresista Mickey Edwards aseguró que, si hubiera hoy un gigante como Ted Kennedy, no sería posible verlo por las pilas de pigmeos que lo taparían. El encono, la incivilidad, el partisanismo, defectos y errores que Edward Kennedy evadió toda su vida, parecen ser la norma en estos tiempos. La mezquindad partidista parece haberse instalado entre la clase política norteamericana, y los hombres que podían acercarse a sus adversarios y tender puentes y lograr acuerdos parecen haberse extinto con la muerte del último Kennedy.

Esto resulta especialmente notable en tiempos en que el ala ultraderecha del Partido Republicano recurre a todo tipo de campañas sucias para detener el proyecto de reforma al sistema de salud que promueve el presidente Obama. Los republicanos parecen haber caído en manos de extremistas que se niegan a negociar y vociferan como auténticos fanáticos. Para que vean, de ese lado no hay más que enanos, torpes y ciegos de ideología.

La pregunta es inevitable: ¿hay gigantes en la vida política mexicana? De nuevo, depende de cómo entienda uno el concepto. Pero podemos decir, creo que sin mucha discusión, que hombres inteligentes del Antiguo Régimen como Jesús Reyes Heroles pueden entrar en esa clasificación. O luchadores de la vieja izquierda como Heberto Castillo o Gilberto Rincón Gallardo. El PAN tuvo sus paladines como Carlos Castillo Peraza, que él solo valía lo que ahorita la mitad de los miembros del blanquiazul. Sí, creo que ésos eran gigantes. Pero, ¿y ahora? Resulta notorio que, sobre todo desde el año 2000, la clase política mexicana toda no ha estado a la altura de las circunstancias, ya no hablemos de gigantismo. Fox y Calderón definitivamente no eran los hombres que demandaban los tiempos; pero los demás no cantan mal las rancheras. Un cuerpo político que aguanta diputados pendencieros y rapaces, líderes sindicales en fuga o analfabetas, unos partidos políticos sin otro proyecto que estorbar a los demás, incapaces de concertar acuerdos que el país necesita de emergencia, es un cuerpo político, efectivamente, enfundado en el cuerpo de un pigmeo.

Ésa es nuestra clase política: puros pigmeos miopes, torpes, sin sentido de la historia ni de las necesidades de la nación. Y en manos de esos pigmeos estamos. Y por eso estamos como estamos.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 458394

elsiglo.mx