El estadounidense Lucas Glover ha dejado de ser un golfista semidesconocido, al apuntarse un gran triunfo en el Abierto de Estados Unidos. (AP)
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Unos nervios de acero le dieron ayer a Lucas Glover la victoria en un memorable U.S. Open de golf.
Mientras todo el mundo se enfocaba en las dramáticas historias de jugadores como Phil Mickelson, quien hizo una gran arremetida tratando de dedicarle un título a su esposa, que padece de cáncer, y David Duval, quien se metió sorpresivamente en la pelea por primera vez en ocho años, Glover desplegó un juego que le hubiese permitido ganar en cualquier condición climática.
Glover hizo un solo birdie en la jornada final, jugada ayer debido a las demoras derivadas de los aguaceros que cayeron el fin de semana. Pero ese birdie no pudo llegar en mejor momento: embocó un tiro desde unos dos metros en el hoyo 16 y tomó la delantera. Luego cerró con dos pares y coronó la cuarta ronda con 73, tres sobre el par, sacándole dos golpes a sus rivales más cercanos.
"Hizo falta mucha paciencia, de eso no hay duda", declaró Glover. "Hoy gané con el corazón". La derrota fue un golpe duro para Mickelson, cuya esposa Amy, quien será operada de cáncer de pecho la semana que viene, le había dejado tarjetas y mensajes de texto pidiéndole que ganase un torneo que le ha sido muy esquivo.
Cuando parecía que podía hacerlo, falló en un put de un metro en el hoyo 15 y luego en otro desde 2.5 metros en el 17 que acabó con las esperanzas que le quedaban.
Mickelson se anotó 70 y empató en el segundo puesto con Duval y Ricky Barnes. Fue la quinta vez que terminó segundo, un nuevo récord.
"Me siento bastante decepcionado", admitió Mickelson. "Pero ahora que se acabó, tengo cosas más importantes que hacer".