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Google libros, paralizado

EN MÉXICO AÚN EXISTE CONTROVERSIA SOBRE LOS DERECHOS DE AUTOR

Análisis. Google defiende la digitalización de libros como una iniciativa para socializar el conocimiento, poniendo al alcance de los lectores los acervos de las grandes bibliotecas.  EL UNIVESAL

Análisis. Google defiende la digitalización de libros como una iniciativa para socializar el conocimiento, poniendo al alcance de los lectores los acervos de las grandes bibliotecas. EL UNIVESAL

EL UNIVERSAL

 MÉXICO, DF .- Google se ha convertido en el Goliat a vencer por contendientes de todos tamaños y fuerzas para detener su ambiciosa biblioteca digital, un proyecto que la empresa defiende como una iniciativa para socializar el conocimiento, poniendo al alcance de los lectores, primero de Estados Unidos y en un futuro de todo el mundo, los acervos de las grandes bibliotecas.

El problema es que para llevar a cabo parte de su plan, Google ha tratado de pasar por encima de leyes y convenciones nacionales e internacionales sobre derechos de autor, además de que podría convertirse en el mayor vendedor de libros del mundo y gozar de una exclusividad monopólica en aspectos del comercio de libros en Internet. En marzo, la voz de alerta en México sobre las implicaciones legales que podría acarrear el Google Book Search para los intereses de derechos de autor de mexicanos que hayan publicado en los últimos 100 años.

En ese momento el desconocimiento sobre el tema estaba muy extendido. Incluso sociedades de gestión colectiva, como la Sogem; grandes editoriales, como el Fondo de Cultura Económica, e importantes instituciones, como INAH, tuvieron problemas para responder sobre su postura ante el acuerdo.

Seis meses después y poco antes de que se cumplieran los plazos establecidos por Google para excluirse o adherirse al acuerdo, que vencieron el 4 de septiembre, las editoriales mexicanas comenzaron a manifestarse sobre el tema. Por ejemplo, en agosto el FCE publicó un comunicado en el que consigna su exclusión al acuerdo porque se consideró una acción para proteger y mantener la confianza de sus autores en la editorial; "vemos en la decisión de excluirnos del acuerdo con Google un modo de ratificar el compromiso de salvaguardar sus intereses", dice el comunicado en el que la editorial estatal informa que detectó alrededor de 2 mil títulos de su catálogo ya digitalizados por Google. Ésa iniciativa es una acción violatoria de los derechos de autor que le ha acarreado problemas legales a Google.

 INCONSISTENCIAS EN CONACULTA

"La postura de Conaculta frente al acuerdo de Google es la misma que la del FCE", fue la primera respuesta de la institución cuando se le preguntó si había decidido adherirse o no. Pero las cosas no son tan claras.

En entrevista telefónica, el abogado Fernando Serrano Migallón, secretario de Cultura y Artes de Conaculta, reconoció desconocer de primera mano el acuerdo de Google. "Estoy enterado a partir de la difusión que se le ha dado en la prensa y por la postura que ha tomado el FCE ante el asunto", comentó.

El polémico acuerdo de Google, que puede consultarse desde 2008 en www.googlebooksettlement.com, explica las implicaciones de editoriales no estadounidenses con intereses derechos de autor en la Unión Americana y los pasos (muchas son las voces que los califican de arbitrarios) que deben seguir quienes deseen formar parte del acuerdo, excluirse u objetar los usos que, de aprobarse el acuerdo, Google podría dar a los e-books.

"El acuerdo impone obligaciones aun cuando no se pretenda ser parte. Es muy arbitrario y confuso porque los autores o titulares de derechos de autor deben seguir procesos muy complejos para defender sus derechos", explica Alejandra Sánchez Moyano, vicepresidenta del Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor (Cempro), sociedad de gestión colectiva.

Según Sánchez Moyano, la tendencia entre sus asociados fue dividida. Las grandes editoriales con intereses extranjeros decidieron adherirse, pero las mexicanas en general no. De éstas destacan las editoriales de universidades como el Tec o la Iberoamericana, que reaccionaron protegiendo a sus autores.

Para excluirte, todas las editoriales que optaron por ello debieron, entre otras cosas, notificar su decisión a Google por escrito, además de advertir que los libros ya digitalizados deben ser retirados del Library Project. ¿Cómo puede saberse esto? Enviando una solicitud al Administrador del Acuerdo para que proporcione una lista caso por caso.

"Conaculta no tiene por qué pedir que se le excluya. Simplemente decimos que no queremos estar en ese acuerdo y punto. No podemos afectar los derechos de escritores", explica Serrano Migallón, quien rechaza que no enviar notificación por escrito en tiempo y forma a Google sea motivo de quedar incluido como establece el acuerdo que, por otra parte, acepta no haber leído.

Así, Conaculta, que cuenta con una Dirección General de Publicaciones, quedó adherida al acuerdo de Google al haber omitido su desacuerdo.

Además de ello, el Consejo no se coordinó con instituciones como el INAH o el INBA para enfrentar el tema, sin contar con que, a diferencia de otras naciones en las que los ministerios de cultura son voces activas en el debate, decidió mantenerse al margen y no encabezar una estrategia mexicana conjunta.

"¿No sería mejor para aquellos que no ven ningún atractivo en el acuerdo, defender sus derechos desde una trinchera común que legitime y fortalezca su posición, acompañados por la autoridad?", se pregunta María Fernanda Mendoza, abogada especialista en derechos de autor y ex presidenta de Cempro.

De hecho esa idea ha sido tomada en Alemania y Francia, donde la reacción de los gobiernos para apoyar a sus autores y editores es firme. En el caso de México la pasividad oficial es la respuesta.

Google, bajo la mira

¿Por qué el Instituto Nacional del Derecho de Autor (Indautor) tampoco se ha manifestado? Mario Morales, director jurídico de Indautor, responde:

"La Ley mexicana de derecho de autor es suficientemente fuerte para proteger los intereses de derechos de autor de los mexicanos en el país, pero desde luego ésta no es una Ley extraterritorial. Lo novedoso es el mecanismo que está proponiendo Google para llevar a cabo sus fines que, en principio, deben circunscribirse a Estados Unidos, pero sabemos que en esta nueva realidad global y digital eso es difícil. Por ejemplo, aunque Google diga que sólo comercializará los libros digitalizados en EU, es evidente que Internet hace posible que los productos puedan adquirirse en cualquier parte".

Además advierte: "Habrá que estar al tanto de dos cosas: que, en caso de aprobarse el acuerdo, Google cumpla sin violentar las convenciones y leyes locales de derechos de autor y que en verdad respete la decisión de quienes decidieron excluirse de su proyecto; en caso contrario, los afectados pueden demandar en EU, en el sitio donde se encuentre el servidor que permite una comercialización ilegal de títulos a través de Internet"

El 7 de octubre la atención del mundo editorial se centrará en un juzgado neoyorquino que se decidirá si el acuerdo se acepta tal cual, se rechaza o se modifica.

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