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Guamazo efectivo, sí reelección

EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

¡Al fin, al fin! ¡Al fin llegó la primera quincena de enero! Seguramente para muchos va a constituir la primera vez que ven un billete en lo que va del año. Y de seguro ya lo tienen apalabrado, en una de las numerosas deudas que parecen apilarse en cuanto termina diciembre.

Y quizá fue por las festividades decembrinas que se nos pasó comentar una reciente reforma constitucional en Rusia; reforma que destapa una serie de posibilidades no muy positivas.

Resulta que el presidente Medvedev (que no es sino una marioneta de su antecesor Vladimir Putin, al que nombró Primer Ministro) mandó al Legislativo ruso una propuesta de reforma mediante la cual ahora los períodos presidenciales serán de seis y no de cuatro años, como hasta ahora… y se respetará la limitación de una sola reelección posible.

El actual Congreso ruso es algo así como el mexicano de los ochenta: si el presidente envía ahí la condena a muerte de los diputados, ellos la votan a favor y la firman. Así que, como era de preverse, esta nueva reforma pasó sin muchos gritos ni sombrerazos.

Medvedev va a cumplir un año en el cargo. A lo largo de ese tiempo ha quedado claro que quien lleva las riendas del Estado ruso es el mismo que desde el año 2000: el tenebroso Putin.

Entonces, ¿qué hay detrás de esta reforma? ¿Qué nuevo guamazo se le va a dar a la ya muy maltrecha democracia rusa? Porque claro, esta gente no la brinca sin guarache. O bueno, sin bota de cosaco.

Algunos observadores suponen que la reforma tiene como objetivo abrirle las puertas de la Presidencia, una vez más, a Putin. El cual puede alegar que sus dos períodos presidenciales fueron de cuatro años, y que como las reglas han cambiado, pues le puede entrar al toro. Si se fijan, ni Álvaro Obregón podría plantear un argumento más retorcido. Pero estamos hablando de Rusia, donde lo derecho no goza de mucha popularidad.

A propósito de popularidad: otros analistas sugieren que Putin quiere aprovechar los altos niveles de aceptación de que goza para convertirse en virtual dictador de Rusia en cuanto pueda. La reforma constitucional vendría siendo el primer paso en ese sentido.

Otros más, los menos, creen que es una forma de Medvedev de avisar que su Presidencia va para largo. Pero viendo la fuerza que tiene su Primer Ministro, pues resulta igual que sean trienios, cuatrienios o sexenios: el siniestro Putin seguirá siendo su sombra.

Y la democracia rusa se deteriorará todavía más.

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