La semana pasada, en este espacio, se comentaba el lamentable y casi indigno trato que estaba recibiendo el alcalde de Gómez Palacio, Ricardo Rebollo de parte del gobernador del Estado, Ismael Hernández Deras, al haber decidido retirarlo de la alcaldía para postularlo a diputado federal.
Al parecer, como también se consignó aquí mismo, el presidente municipal de Durango capital también será enviado a calentar una curul, mandando al diablo a los electores que los habían llevado a sus puestos, mientras el mandatario estatal lo consulta con la almohada con toda calma, quién habrá de sucederlo. El caso de Rebollo en particular era lamentable, porque hasta ahora es el alcalde mejor evaluado de la zona metropolitana de La Laguna, y por los designios y arbitrio personal de una persona, se interrumpe una gestión que prometía. De Herrera Caldera es más difícil catalogarlo, porque ser presidente municipal en la capital de un estado, gobernado por el PRI, significa en los hechos ser una especie de gerente del departamento municipal, como lo era por ley en el Distrito Federal hasta antes de 1997, cuando el puesto era de Regente de la ciudad, y el presidente de la República por facultades legales era quien lo nombraba.
Esta semana se publicaron en El Siglo de Torreón entrevistas con los ediles de las tres ciudades más pobladas, y en el turno de Rebollo, que con aplomo, quizá por la seguridad o necesidad de plegarse a cualquier instrucción de Ismael, y también los resultados de su trabajo, respondió a cada uno de los cuestionamientos que le hizo el periodista Arturo González, aunque en una de ellas, cuando se le preguntó sobre su aspiración de ser gobernador, Ricardo le espetó: “¿a ti no te gustaría ser director editorial o gerente de El Siglo?”, se tornó un poco álgida la plática.
Aprovecho estas líneas para decir que Arturo González tuvo ya una propuesta para ocupar un puesto de corte más administrativo dentro de su empresa, que ciertamente era un ascenso, pero González declinó porque prefirió permanecer en funciones netamente editoriales.
Ese era pues el rumor de la semana pasada y que está por materializarse, pero apenas se comentaba aquello en los cafés cuando se confirmó que por Coahuila, Eduardo Olmos pedía licencia para dejar su lugar en el Congreso local, para integrarse nuevamente al proyecto del gobernador coahuilense, profesor Humberto Moreira.
Sólo quince días duró Olmos en el cargo que le confirió la ciudadanía vía sufragios, si el asunto por Durango era lamentable, lo que están haciendo en Coahuila es vergonzoso. En poco más de tres años, Eduardo Olmos ha tomado cinco encargos públicos, y en dos ocasiones ya ha dejado la diputación federal en 2005, para ser candidato del PRI a la Presidencia Municipal de Torreón. Luego, por poco más de un año, fungió con Secretario de Obras Públicas del Estado, para de ahí ser designado como titular de la Secretaría de Desarrollo Regional, misma a la que también pidió licencia para separarse temporalmente de su encargo, para ser candidato al distrito doce local en las elecciones efectuadas apenas en octubre pasado. Ahora con apenas dos semanas nuevamente avienta la chamba para reintegrarse al equipo ejecutivo del Estado, donde por descontado se da que nuevamente será Secretario de Desarrollo Regional, para proyectarlo en competencia con Antonio Juan Marcos para contender para convertirse en presidente municipal de Torreón.
Olmos ha dicho que no es chapulín, también hay quien camina como pato, tiene pico de pato, plumas de pato, hace “cuac” como pato, pero se atreve a afirmar que es perro, elefante o jirafa.
Vamos a ver en qué acaba esta carrera política auspiciada por Moreira, pero hoy hay que decir que de cara la ciudadanía, es simplemente un desprecio para los tontos ciudadanos, que ciertamente permitimos que pasen estas cosas.
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