Sentir que algo anda mal en el organismo sin ser cierto es una pesadilla en la que viven miles de personas.
Hay gente que piensa: “Tengo un mal incurable o soy víctima de un padecimiento que nadie detecta”, creencia que mantiene a pesar de que los médicos le han revisado e incluso sometido a exámenes, sin encontrar rastro de sus supuestos males. Se trata de personas que pueden ser víctimas de hipocondría.
La doctora Rebeca García Varona explica: “Los síntomas físicos que hacen pensar en estar enfermo pueden ser sicológicos, pero la patología de fondo realmente podría ser hipocondría, un trastorno mental que afecta a entre 4% y 9% de la población mundial”.
Incredulidad terrorífica
Esta enfermedad “se caracteriza porque el paciente cree que tiene una enfermedad grave y, a pesar de que el médico afirme, a través de análisis clínicos que se le hayan practicado, que no existe ninguna patología, el sujeto continúa con la convicción de que la padece”.
Hay múltiples causas que desencadenan el trastorno, entre ellas que la gente, en su niñez, haya tenido contacto con personas que padecían enfermedades crónicas, las haya visto fallecer o que lo sobreprotegieran durante esa etapa, indica García Varona, especialista del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Calcula que alrededor de la mitad de las personas que la sufren acude al médico, pero sólo cinco pacientes llegan mensualmente al área de siquiatría, ya que muchas veces rechazan ayuda especializada.
Una vez que se les detecta el padecimiento, son tratados con terapia sicológica y fármacos. La confianza juega un papel relevante, pues ayuda al paciente a comenzar a entender su padecimiento y al doctor a aplicar el tratamiento adecuado en un momento oportuno.
A lo que nunca se debe recurrir es a la automedicación, que en todos los casos, pero más en este, es una amenaza grave para la salud.
Lo primero que se tiene que hacer con quien presenta hipocondría es descartar otras patologías físicas o siquiátricas para no equivocar el diagnóstico y abrir los caminos que le ayuden a vivir con el malestar que experimenta y llevar una vida productiva.
Es por ello que, desde 2001, los especialistas comenzaron a dar cursos a los médicos familiares para alertarlos sobre la presencia de este padecimiento, la responsabilidad de detectarlo y tratarlo oportunamente.
