Chula Vista, una ciudad de 212 mil habitantes del Sur de California ubicada a escasos kilómetros de la frontera mexicana, fue sacudida el pasado fin de semana por una noticia de enorme impacto regional.
Por fortuna no se debió a una tragedia natural ni tampoco a una balacera múltiple, hoy en día tan comunes en el mundo entero.
Todo fue debido a la hazaña lograda por los chamacos del equipo Park View de Chula Vista de beisbol infantil que dejó boquiabierto a todo California, a buena parte de los Estados Unidos y también de México.
Los jóvenes deportistas, conocidos como los "bombarderos azules" por imponer una marca de 19 cuadrangulares en seis partidos, fueron capaces de vencer todo tipo de obstáculos para ganar el mundial de Ligas Pequeñas en Williamsport, Pennsylvania y poner a Chula Vista en el mapa internacional.
El equipo de México, representado por Reynosa, Tamaulipas, logró un meritorio tercer lugar y estuvo muy cerca de llegar a la gran final.
Además de su entrega, talento y el enorme corazón que pusieron en cada momento y en cada jugada, los chicos de California no hubieran consumado este triunfo si en Norteamérica se hubieran cerrado las fronteras a los inmigrantes hace veinte o treinta años como algunos radicales lo han solicitado a lo largo de los años.
Más de la mitad de los doce jugadores, además de sus dos manejadores, son de ascendencia hispana, en su mayoría mexicanos de segunda y tercera generación.
Los chicos son nacidos en los Estados Unidos, pero varios de sus padres y abuelos llegaron de México en años pasados como el papá del lanzador Isaiah Armenta, nacido en Sinaloa o los padres del coach Ric Ramírez, quienes son oriundos de Aguascalientes.
Lamentablemente esta realidad se ha ignorado en los medios de habla inglesa, quienes están prestos a destacar el origen hispano, afroamericano o incluso asiático de los delincuentes, pero olímpicamente lo ignoran cuando se trata de personas de valía como ocurre ahora con estos pequeños gigantes del beisbol.
Pero esta situación es pecatta minuta porque lo que interesa en estos momentos es celebrar la gran victoria de un equipo juvenil que deja en evidencia, entre otras muchas cosas, la aportación que ha hecho a California y Estados Unidos la migración de origen mexicano.
Porque repetimos, si en los años ochenta se hubiera cerrado el paso a los inmigrantes o simplemente de no haber sido aprobada la ley Simpson-Rodino que permitió la regularización de miles de trabajadores indocumentados, hoy no podría Chula Vista y el condado de San Diego festejar el campeonato mundial de Williamsport.
Ligas Pequeñas de Beisbol es una organización no lucrativa cuyo objetivo central es fomentar el beisbol entre los niños con la participación de los padres, buscando siempre una convivencia familiar sana y alegre.
Gracias a sus fines y a su capacidad organizativa, la agrupación se ha extendido por todo el mundo llevando con el deporte un mensaje de paz y fraternidad a miles de familias.
Gracias a Ligas Pequeñas, los bombarderos de Park View han practicado juntos el beisbol durante muchos años para conseguir un alto nivel de juego que les permitió ganar los torneos regionales, el nacional y finalmente la final del mundial contra Taipei.
Pero ellos lo dijeron de manera más directa: "vencimos porque tuvimos confianza, una mentalidad ganadora y porque buscamos logros colectivos por encima de las individualidades".
Si estas tres virtudes las practicáramos seguido en México, otro gallo cantaría, especialmente si los políticos y sus partidos se sacudieran de sus caprichos personales y trabajaran, en serio, para la sociedad.
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