Centro de Desarrollo para Personas Ciegas y de Visión Baja
En el mundo se ha estado dando una revolución en cuanto a términos semánticos se refiere, todo esto para comenzar a ir borrando la barrera que existe hacia la intolerancia y la discriminación, ya que éstos son un ejemplo de intolerancia, un rechazo hacia la diversidad.
En España, en el año de 2005, durante el Foro de Vida Independiente los asistentes se dieron cuenta que inclusive el mismo lenguaje que utilizaban era discriminatorio hacia ellos. Específicamente ya que no existía un término, una palabra, que definiera al colectivo sin usar términos peyorativos o negativos. Los términos en español que se utilizan regularmente para referirse a ellos son “discapacitado”, “minusválido”, “inválido”... y al darse cuenta que todos estos términos los hacían menos o los ponían en menor situación social que el resto de las personas. Las palabras llevan ideas y conceptos asociados, y esto no es gratuito, ya que representan valores culturalmente aceptados hacia el ser u objeto nombrados. Estos valores se transmiten utilizando las palabras como medio de transporte y se dieron cuenta que, para cambiar las ideas o valores, con el tiempo, era necesario cambiar las palabras que los sustentaban y les daban vida.
Es así que se acuña el término “diversidad funcional”, uno que semánticamente es positivo. Esto ya que la palabra “diversidad” se define como una variedad, desemejanza o diferencia y se habla de una desemejanza con el común denominador de la población. Y funcional, que se define como algo relativo a la función —una capacidad de actuar propia de los seres vivos y sus órganos—, se adscribe, tanto a los órganos (ojos, manos, pies, cerebro, médula espinal) como a nuestra función como seres vivos (desplazarse, ver, comunicarse).
Entonces el término es semánticamente correcto en español ya que recoge todos los conceptos que se quieren expresar, a excepción de la discriminación.
Sin embargo, al hablar de personas con diversidad funcional, lo primero a lo que se nos remite es a personas discriminadas por condición, es por lo tanto correcto decir que una persona miope (que tiene ojos que “funcionan” de una manera diferente y tiene diversidad funcional), con la ayuda de lentes, socialmente aceptados, no sufre de ninguna discriminación, por lo tanto no entra dentro de un colectivo de personas con diversidad funcional.
¿Y todo esto por qué? Para lograr una eventual inclusión de todas las personas y hablar de una política de cero discriminación hacia las personas de cualquier índole de la diversidad. Ya que hablamos que, según la Primera Encuesta Nacional sobre Discriminación que realizó Sedesol y Conapred en 2005, uno de cada tres mexicanos pertenecientes a grupos vulnerables ha sufrido discriminación por su condición; además que las personas con diversidad funcional son de los grupos que se perciben más discriminados junto con los homosexuales.
La idea de cambiar terminologías hacia unas semánticamente más correctas es justamente ir logrando borrar la barrera de la discriminación y la intolerancia hacia personas diferentes a lo que es habitual en la mayoría estadística de la especie humana.
Entonces, vayamos actualizándonos y usando términos no negativos y no discriminatorios como “minusválido”, “discapacitado”, “persona con capacidades diferentes”, “persona especial” o tantos otros y hablemos de personas con diversidad funcional visual, con diversidad funcional física, diversidad funcional mental, diversidad funcional auditiva...
REDONDEO
También aprovechando el espacio, agradecer a todos aquéllos que dijeron SÍ al redondeo en las tiendas Sorianas durante el mes de diciembre, ya que gracias a su apoyo logramos recolectar $322,129 pesos.
Punto de contacto.
alonso.fernandez@vercontigo.org.mx
