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Impuestos

Cualquier iniciativa para aumentar los impuestos a los ciudadanos siempre será antipopular. Con mayor razón si esa propuesta se hace en medio de una de las peores crisis económicas. Pero más allá del rechazo automático, en nuestro país existen razones de peso para endurecer la resistencia a sacar más monedas de nuestros bolsillos para depositarlas en las arcas públicas.

El paquete económico presentado por el Gobierno de Felipe Calderón contempla, entre otras cosas, la creación de un impuesto al consumo del 2%, aplicable incluso en medicinas y alimentos; incrementar de 28% a 30% el Impuesto sobre la Renta, sólo a personas con ingresos mayores a los 4 salarios mínimos; aumentar de 2.5 a 3.5% el Impuesto a Depósitos en Efectivo de al menos 15 mil pesos, y gravar con el 4% los servicios de telecomunicaciones.

Con esta iniciativa, el Ejecutivo Federal pretende recaudar 175 mil millones de pesos, y alcanzar cuatro objetivos: ampliar la base de contribuyentes; hacer más progresiva la estructura impositiva; simplificar el pago de impuestos, y generar ingresos fiscales permanentes destinados a combatir la pobreza y promover el crecimiento sostenido.

La propuesta -que, en caso de aprobarse implicaría que para el año entrante el rendimiento del ingreso de los contribuyentes fuera menor al de 2009 en alrededor de 4%, considerando los niveles de inflación y las proyecciones del incremento al salario- ha recibido críticas de todos los sectores de la sociedad, desde el popular hasta el empresarial.

Y es que la idea de cobrar más impuestos no puede encontrar otra recepción que no sea el rechazo en un país en donde los gastos burocráticos devoran el 10% del Producto Interno Bruto; los funcionarios públicos, de todos los niveles y poderes, gozan de prerrogativas inalcanzables para la mayoría de los ciudadanos; los programas aplicados hasta ahora para combatir la pobreza han fracasado y son utilizados para crear clientelas electorales; y en donde la corrupción y la visión inmediatista y parcial se antepone a las proyecciones de futuro y al beneficio de la población en su conjunto.

La malas experiencias con los gobiernos, antes y después de la alternancia, ponen en guardia ante este tipo de iniciativas a los ciudadanos, a quienes hoy se les pide "hacer el sacrificio" y aceptar pagar más impuestos sin tener la certeza de que eso vaya a servir en realidad para sacar a este país del atolladero en el que se encuentra.

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