En cuestión de días, el ambiente que rodea al proceso de entrega-recepción del Ayuntamiento de Torreón ha pasado de la aparente cordialidad al enfrentamiento directo entre los que se van y los que llegan. Todo parece indicar que los ciudadanos seremos testigos de un nuevo zafarrancho político, de ésos que no han faltado en la administración municipal que está a un mes de concluir.
Qué lejano parece ahora aquel encuentro que tuvieron el presidente municipal panista, José Ángel Pérez, y el alcalde electo priista, Eduardo Olmos, el 30 de octubre para hablar sobre la transición del poder. La temática abordada por Pérez y Olmos en esa reunión se centró en la herencia que el primero dejará al segundo, a saber: la crisis financiera del municipio, los recortes de las participaciones federales y estatales, la inseguridad pública, el desempleo y el proceso legal por la concesión del servicio de limpieza.
No obstante los complicados temas abordados, el encuentro se llevó a cabo en un marco de aparente cortesía, amabilidad y comprensión. Incluso, el futuro munícipe de Torreón omitió entonces fijar una postura respecto a la polémica sindicalización de empleados de confianza de la actual administración -entre los que se encuentra la esposa de Manuel Villegas, dirigente del PAN en Torreón, diputado local y miembro del grupo de José Ángel Pérez-, quienes pretenden continuar dentro del Ayuntamiento en el cuatrienio que está por comenzar, conservando sus antiguos sueldos, los cuales son considerablemente mayores a los de cualquier otro sindicalizado.
Pero esta cordialidad duró tan sólo dos semanas. El mismo día que se realizó la primera reunión de trabajo entre el alcalde y la Comisión de Enlace Entrega-Recepción, el 18 de noviembre, el primer regidor electo, Rodrigo Fuentes, advirtió a los funcionarios que buscaban la afiliación al sindicato minoritario del Ayuntamiento que no escaparán a una "limpia" luego del cambio de Gobierno, y como integrante del equipo de entrega-recepción de Eduardo Olmos, pidió al alcalde José Ángel Pérez su intervención para que detuviera la sindicalización de los empleados de confianza.
El presidente municipal se deslindó de dicho procedimiento, sin embargo, defendió a los funcionarios que habían obtenido ya su clave sindical, bajo el argumento de que "tienen derecho a buscar este beneficio", y que si en administraciones pasadas también se presentó esta situación por qué tenía que considerarse "amoral" en la suya.
Esta diferencia entre el alcalde y la gente de Eduardo Olmos marcó el inicio de lo que se convirtió luego en un continuo intercambio de golpes. Cuatro días después, la bancada panista de regidores electos, dentro de la cual se encuentra Rodolfo Walss, uno de los principales funcionarios de la administración de José Ángel Pérez, hizo público un documento titulado "10 propuestas de austeridad para 2010", en el que sugieren, a grandes rasgos, reducir el aparato burocrático del Ayuntamiento de Torreón y los gastos superfluos.
El documento provocó enojo en las filas priistas. El regidor electo Rodrigo Fuentes -convertido ya en el ariete de Olmos-, tachó de "cínicos e incongruentes" a los futuros ediles de Acción Nacional, al no solicitar la aplicación de las medidas de austeridad desde la actual administración. Esta postura fue respaldada por el alcalde electo, quien un día después de la publicación espetó: "no son ellos (los panistas) los que me van a decir qué hacer. Qué extraño que hasta ahora se acuerden del compromiso con los ciudadanos, ahora que perdieron y dejaron de ser gobierno".
José Ángel Pérez defendió a los ediles electos de su partido de los ataques de Olmos y su gente, mientras que aquéllos intentaron calmar las aguas al decir que no pretendían imponer líneas, sino únicamente sugerir.
La molestia, incluso, llevó a Eduardo Olmos a pronunciarse por primera vez respecto al caso de los nuevos sindicalizados, contra quienes arremetió diciendo que mientras les resolvía su situación legal los iba a concentrar en la Plaza de Armas (...) para exhibirlos y "que reciban las muestras de coraje que tiene la gente contra ellos y su descaro".
A partir de entonces, la tensión entre ambos bandos no ha dejado de crecer. La semana pasada, nuevamente fue Rodrigo Fuentes el encargado de disparar contra la administración panista, al declarar que los resultados obtenidos hasta ahora en el proceso de entrega-recepción resaltan la necesidad de hacer el próximo año una "auditoría integral" a la gestión de José Ángel Pérez. El tesorero Gerardo Martínez consideró que dicha auditoría representaría un "trabajo doble", ya que la administración municipal "ha sido lo suficientemente auditada". Por su parte, el alcalde reviró diciendo que el próximo Ayuntamiento carece de elementos y facultades para auditar su gestión, las cuales son exclusivas de órganos estatales y federales.
En la misma semana, el presidente electo Eduardo Olmos endureció su discurso y declaró que no sólo ya estaba preparando las medidas legales y administrativas en contra de los empleados de confianza que se sindicalizaron, sino que, a través de su futuro primer regidor, manifestó que su administración fincará responsabilidades a funcionarios del equipo de José Ángel Pérez que hayan cometido irregularidades. Esta advertencia, a un mes de que asuma el nuevo gobierno municipal, se antoja una abierta declaración de guerra.
Si a lo anterior agregamos que aún están pendientes de resolverse temas tan controvertidos como el de la concesión del servicio de limpieza, el destino del fallido sistema de prepago del transporte público y las deficiencias en materia de protección civil en los paseos comerciales del Centro Histórico, no es difícil adivinar que nos espera un diciembre agitado y un proceso de transición marcado por el golpeteo político. Vamos preparándonos, pues, para otro deprimente espectáculo.
