Temor. A consecuencia de la inseguridad, tres grupos de mariachis decidieron irse al estacionamiento de un centro comercial a esperar clientes.
Y los mariachis callaron. Se fueron con su música a otra parte. Por miedo a la inseguridad, dejaron la banqueta de la cantina Gota de Uva, y ahora se escuchan en el estacionamiento de un centro comercial. Hasta ahí llegaron con su guitarrón, violines y trompetas.
Arturo Vargas toca en el mariachi Zapopan. El viernes pasado cumplieron una semana en la esquina del bulevar Independencia y calzada Cuauhtémoc. "Nos cambiamos por seguridad, porque mucha gente no se atrevía a ir a contratarnos al Gota de Uva. Ahí era toda una tradición porque estábamos todos los mariachis".
La decisión de mudarse no fue fácil, pero Arturo dice que no les quedó otro remedio. Al estacionamiento del centro comercial también llegaron los mariachis El Regional y El Apache, "todos los días empezamos a trabajar a las siete de la noche. Ya estamos haciendo nuestra clientela porque vienen a buscarnos hasta acá, sí nos está funcionando el cambio".
Arturo sabe que la tradición se quedó en la Gota de Uva, pero dice que ante todo está la seguridad de los músicos y de los clientes, "teníamos miedo de que nos fuera a pasar algo. Todos los días veíamos pasar las patrullas de los municipales y federales, y preferimos hacer una base nueva. Ya les dijimos a los otros grupos que se vengan también acá".
Afuera de la Gota de Uva se quedaron nueve mariachis, y hay cinco más en la confluencia de la calle Múzquiz y bulevar Independencia. En varias ocasiones, los mariachis han tenido que correr a esconderse cuando hay balaceras, "ya todos conocemos la regla: al escuchar los primeros balazos, hay que subirnos a la camioneta para retirarnos. Cuando vemos al Ejército y a las patrullas, nos da tranquilidad porque cuando pasan sabemos que están resguardando la ciudad", asegura Mario Coronado.
Don Antonio Granados pertenece al mariachi Guadalajara en donde lleva 18 años, y dice que en más de una ocasión le han dado ganas de "aventar el arpa" porque dice que hay días que no tocan nada, "el trabajo disminuyó como un 80 por ciento".
Más tiempo como mariachi tiene don Esteban Rodríguez en los Galleros de México, quien después de dedicarle 38 años de su vida a la música, siente un gran pesar de quedarse con la guitarra en la mano, "antes nos daba mucho gusto que a todos nos llevaran a dar una serenata, pero ahora ni un gallito nos piden", dice don Esteban.
