TRANQUILA. En una pequeña celda, dentro del Cereso, está Anny junto con su bebé.
Nerviosa, abrazaba a su hijo, mientras pasaba por la revisión del Cereso de San Pedro. Un can olío algo en ella y avisó a los elementos policíacos. La visita a un interno se retrasaría por más tiempo.
Una señal discreta
El olor de un narcótico fue captado por una oficial canina, una perra, que sólo movió una de sus patas al oler la hierba. El aviso fue captado por los oficiales que realizan diariamente la revisión a los parientes de los internos del Centro de Rehabilitación Social, de San Pedro, y le pidieron a Anny Lisbeth Regalado Adriano que se quitara los tenis y alguna otra prenda para su revisión. De adentro de la suela de goma del tenis del pie izquierdo, sacaron dos pequeños envoltorios. Las capas consistían en cinta aislante negra y plástico transparente que envolvía a la mariguana.
Además, los oficiales dijeron que la hierba estaba mezclada con azúcar gratinada, según los policías, la mezclaron con azúcar para que el olor de la mariguana se disipe y confunda a los animales adiestrados. Afortunadamente, la hembra de estos canes oficiales logró detectar el olor.
Un cuartito
Entre tres paredes blancas y una gran ventana, donde puede ser observada por los custodios, Anny, de 18 años, le da de comer a su pequeño hijo, mientras, por orden del Subdirector del Cereso, esperan la llegada del Ministerio Público Federal que hará las averiguaciones necesarias al caso de la joven madre.
Anny se dirigía a visitar al recluso Antonio Regalado. Según los custodios, son pocos los casos como éste, ya que la población del Cereso sampetrino no es muy alta, además los internos tienen actividades tanto deportivas como de manufactura que los mantiene ocupados física y mentalmente.