Dos nazis armados le marcaron el alto a aquella mujer de 32 años quien conducía un carromato jalado por un caballo sobre el cual se encontraba un ataúd. Los nazis la interrogaron y ella les extendió un papel al tiempo que les decía: -"Tifo"-; revisando rápidamente el documento se lo devolvieron y con premura se hicieron a un lado. El temor de los nazis de contagiarse era mucho mayor, por lo que no revisaron el contenido del mismo dentro del cual se ocultaban dos pequeños niños, corría el año de 1942 en la ciudad de Varsovia.
Irena había nacido el día 15 de febrero, de origen polaco mas no judía, creció con bases morales altas inculcadas por su padre, un bondadoso médico quien la sentaba en sus rodillas y constantemente le mencionaba: -"Ayuda siempre al que se está ahogando sin tomar en cuenta su religión o nacionalidad. Ayudar cada día a alguien tiene que ser una necesidad que salga del corazón". Desgraciadamente su padre murió de tifo cuando ella era aun pequeña pero esas enseñanzas rindieron frutos en el corazón de Irena.
El primero de septiembre de 1939 los nazis invadieron Polonia. Uno de sus principales objetivos era borrar de la faz de la Tierra la cultura judía; el odio exacerbado de Hitler hacia ellos se vio reflejado en un confinamiento localizado en la ciudad de Varsovia denominado Ghetto donde quedó recluida toda la población judía de esa ciudad, esto ocurrió en el año de 1942. Debido a la guerra se instalaron unos comedores sociales fuera del Ghetto donde trabajaba Irena. Pronto, ella como la población, se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo. Los nazis emprendieron una feroz represión en contra del pueblo judío quienes inermes sólo podían esperar el día en que las patrullas nazis irrumpían en sus hogares para ser llevados en tren hacia los campos de la muerte. Irena al percatarse de esto pensó: "Tengo que hacer algo", por lo que se alistó como enfermera de la oficina sanitaria encargada del control de las enfermedades contagiosas, lo cual le permitía el acceso hacia el interior del Ghetto con el pretexto de llevar insumos contenidos en recipientes. Al pasar revisaban los mismos y en ellos al retirarse sacaba a los pequeños niños, consiguiendo durante ese tiempo desalojar a más de 2,500 niños. Las madres y abuelas lloraban desconsoladas al desprenderse de sus hijos y nietos pero ella las consolaba diciendo que iban a estar bien, aunque ella desde luego no podía asegurarlo pues lo único cierto es que si se quedaban allí morirían en manos de los nazis.
Desgraciadamente el día 20 de octubre de 1943, Irena fue descubierta y fue hecha prisionera sometida a terribles torturas para que les indicara dónde se encontraban los niños que había podido sustraer del Ghetto. Muchos de los cuales habían huido con documentos falsificados hacia otros países. La tortura fue brutal contra la pobre mujer, le rompieron sus piernas y sus pies pero a pesar de esto no reveló el destino de los menores. Ella había guardado las listas con los nombres verdaderos de los niños y su nuevo nombre así como su lugar de destino enterrándolos junto a un manzano en frascos y latas de conservas. Durante su estancia en prisión, descubrió una estampa desgastada con la imagen de Jesús misericordioso donde se podía leer "Jesús en vos confío". Tiempo después fue condenada a muerte pero la resistencia polaca sobornó a los guardias que la custodiaban y fue liberada por ellos, apareciendo en los listados de personas ejecutadas, mas sin embargo ella se ocultaba portando una nueva identidad falsificada.
Al terminar la guerra, ella personalmente desenterró las latas y frascos para saber el paradero de los niños que le fueron entregados al Dr. Adolfo Berman primer presidente del comité de salvamento de los judíos sobrevivientes.
Los niños la conocían con el nombre clave de Jolanta y al ser publicada su foto un pintor le llamó agradecido pues era la mujer que le había salvado la vida. En el año de 1965 la organización Yad Vashem le otorgó el título de "Justa entre las naciones" dándole la ciudadanía honoraria de Israel. En el año de 1979, obsequió su estampita al Papa Juan Pablo II. Sus últimos años los vivió en un asilo de ancianos ubicado en el centro de Varsovia en una habitación donde nunca le faltaron flores, regalos y dulces procedentes de muchas partes del mundo en agradecimiento por lo que ella había hecho más sin embargo ella mencionó; "Podría haber hecho más", dijo siempre que se le preguntaba sobre el tema. "Este lamento me seguirá hasta el día que muera".
El día 15 de mayo de 2008 cerró sus ojos para siempre Irena Sendler, ojalá con más frecuencia pudiéramos oír del ejemplo de personas como éstas para comprender que el mundo no es sólo envidias y males, y que en el fondo, siempre está esa chispa de Humanidad que todos deberíamos encontrar en nosotros mismos.
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