El que se enoja pierde, dice un refrán popular. Aunque en el caso de Andrés Manuel es explicable. Después de andar recorriendo la República haciendo proselitismo, golpeado por la élite, ardientes rayos del Sol calentándole el templete, el Gobierno Federal en manos de Fox, metiéndole zancadillas a diestra y siniestra, ni modo de esperar que estuviera encantado de la vida sonriéndole a su destino. Los fondos se acaban, sus amigos, cada vez en mayor número, le dan la espalda, quizá por eso en medio de una rabieta, al ver que el Tribunal Electoral, le había volteado el chirrión por el palito, al considerar que Silvia Oliva, de un grupo diferente al de López Obrador, debería ser registrada como candidata del PRD convirtiéndola así en futura jefa delegacional, decidió abrirse de capa anunciando a la asamblea la manera en que le dará la vuelta a la resolución. Ahí mismo, Rafael Acosta hizo la protesta de hacerse a un lado, dejando el camino libre a Clara Brugada.
Esto ha sido aprovechado por los que ven en Andrés Manuel como un peligro a sus intereses, por lo que debe ser tachado de arrogante. Durante años lo han estado bombardeando desde las alturas con toda clase de epítetos, recordando aquello de que es un peligro para México. No nos debe extrañar que su comportamiento sea hostil. Quizás los denuestos en su contra han cumplido su cometido, su popularidad que provocaba delirios ha ido en franco descenso. Estuvo a un paso de sentarse en la silla presidencial. Pidió que se contara voto por voto. Ha venido nadando contra la corriente. Cualquier gesto, cualquier frase, es aprovechada para que le caiga encima una tempestad de truenos, rayos y centellas. Dijo a Fox ¿recuerdan?, ya cállate chachalaca y recibió una recia andanada de críticas. En cambio todo mundo aplaudió al rey Juan Carlos cuando calló al presidente Hugo Chávez de Venezuela. Todo es cuestión del cristal con el que se mira. Las clases acomodadas pretenden que las cosas sigan igual y piensan que Andrés Manuel, si lo dejan, puede atentar contra sus ganancias. Claro es que hay que comprender a la élite, que ve con recelo a cualquiera que hable de populismo.
Esto dicho con toda honestidad, siendo estrictamente objetivo, es un deber ineludible para quien escribe en un periódico. El señor López, como lo llamara en su tiempo el vocero de Vicente Fox, es fuerte candidato a desbarrancarse o afianzarse como líder. Lo que hace en Iztapalapa no es un mero desahogo sino que debe interpretarse: si ustedes tienen la fuerza del dinero, el poder público y a las autoridades, yo tengo al pueblo de mi lado que clama porque las cosas se hagan con imparcialidad y justicia. El que haya abierto sus cartas en plena asamblea petista, haciendo propuestas, que parecían órdenes, es manifestación clara de su desesperación tratando de romper el cerco que le han puesto sus poderosos enemigos queriendo demostrar que si sus contrarios hacen lo necesario para lograr su objetivo, él tratará de impedirlo con los medios a su alcance. Quizá alardeó un poco levantando el dedo índice, señalando qué pasos se darán para legalizar a Clara Brugada. Con la mirada, propia de una fiera acorralada, un tanto exaltado, agitando el puño sentó las bases de cómo defenderá el triunfo de su pupila, a la que el Tribunal Electoral dejó fuera pese a que había triunfado en la lisa interna para figurar como candidata del PRD.
Mientras los perredistas, encabezados por Jesús Ortega, están deshojando una margarita, ¿lo corro, no lo corro?, cocinan la salida de Andrés Manuel. ¿Será posible?, por lo pronto esperarán a que pasen las elecciones del 5 de julio próximo. Habrá que aguardar, no muchos días, al desenlace de lo que acontece en Iztapalapa, que tiene un nada despreciable presupuesto anual de 3 mil millones de pesos. En fin, es una pelea a fondo en que él trata de reencontrar su antiguo liderazgo, con la circunstancia de que hay muchos sectores que pretenderán obstaculizarlo. Sería sin duda su tumba política o su resucitación como el ave fénix que salió de sus propias cenizas. En fin, no transcurrirá mucho tiempo sin que lo sepamos. No da un paso sin que no encuentre escollos que hasta ahora ha venido superando. Se ha constituido en una piedrecilla en el zapato para el Gobierno actual, que tiene que soportarlo esperando la primera oportunidad en que se tropiece con su propia lengua. La asamblea del Partido del Trabajo ha abierto la puerta para que un numeroso grupo de intelectuales de izquierda se hayan deslindado del lopezobradorismo. Es un pretexto a modo para, aduciendo que ha perdido la cordura, volver a las prebendas que ofrecen los otros. Ha sido muy largo el camino para ¡uff! no llegar a ninguna parte. Ya se ha dicho, el triunfo tiene muchos padres en tanto la derrota suele ser huérfana.