Con el arranque de la temporada en la Olímpico Laguna se presenta la oportunidad de retomar el camino correcto en la lucha libre lagunera. Joel Comenta...
Con el inicio de la temporada grande de lucha libre en la Arena Olímpico Laguna de Gómez Palacio, la oportunidad de ver en acción a los mejores gladiadores de México regresa y con ello la posibilidad de ver nuevamente pobladas las gradas de este añejo escenario.
El anhelo del público es sin duda ver un espectáculo de calidad, justo como ocurre en las arenas de la Capital del país, con elementos que se entregan en aras de la buena lucha libre y que no sólo vengan de paseo a llevarse la taquilla y en ocasiones mucho más.
Es lamentable que en los últimos años, y más en los últimos meses, se ha vuelto común ver vacías o semivacías las arenas de la región, situación que resulta preocupante para un deporte que por décadas se había jactado de ser una actividad muy singular, con un público cautivo que semana a semana abarrotaba los escenarios.
Hasta hace dos décadas, o poco menos, no importaba si el cartel estaba integrado sólo por elementos locales o se trataba de programas donde vinieran las estrellas nacionales, por lo general había excelentes entradas, basta mencionar las funciones simultáneas en la Plaza de Toros Torreón y el Palacio de los Deportes, escenarios vecinos de la colonia La Moderna, que domingo a domingo registraban excelentes entradas.
En el medio luchístico se habla de la crisis y la inseguridad como factores de la ausencia del público en los escenarios, pero muy pocos se refieren a la baja y en ocasiones pésima calidad de los luchadores que tienen a su cargo estos carteles, muchos de los cuales son auténticos improvisados, quienes han tomado algunas clases con elementos que se dicen maestros, quienes los lanzan al mercado sin tener la preparación adecuada para un deporte de muy alto riesgo.
Tampoco se habla de empresarios que pagando sueldos por demás bajos, contratan a elementos que prácticamente regalan su trabajo, y algunos por ganarse escasos 50 pesos se juegan el físico y la vida.
En este grupo se ubican muchos jovencitos que por hacer realidad el sueño de figurar y debutar en el profesionalismo se olvidan de la preparación en el gimnasio y suben a dar, en muchos casos, un espectáculo deprimente.
No se menciona abiertamente la crisis deportiva y profesionalismo de los elementos, quienes se han olvidado de la disciplina e imagen que como profesionales deben proyectar sobre y abajo del ring.
Se ha olvidado que los réferis son la autoridad sobre el ring y en la misma arena y se ha permitido que estos elementos se conviertan en figurines que han ayudado en gran medida a convertir la lucha libre en el "patito feo'' de los deportes y en un espectáculo cada vez menos familiar.
El mismo público ha sufrido una transformación y ha dejado de exigir calidad sobre el ring, al cambiar su gusto por la lucha libre por el espectáculo barato y burdo.
Mucha de la responsabilidad de estos cambios la tienen las comisiones de box y lucha libre, que por años han permitido libertades a las demás partes involucradas (gladiadores, empresarios, público), quienes hoy muestran una total indiferencia por los reglamentos que se supone están vigentes.
Prueba de ello son las nuevas generaciones de gladiadores, los cuales ignoran los principios elementales del reglamento de competencia, así como de ética y estética que involucra la esencia de la lucha libre profesional.
Con el arranque de la nueva temporada en la Olímpico Laguna se presenta la oportunidad de retomar el camino correcto en la lucha libre lagunera, y que cada uno de los que participan ponga su parte para retransformar el pancracio en un deporte realmente profesional, lo que permitirá que las familias laguneras regresen a este tipo de escenarios, donde puedan sentirse cómodas y seguras en un ambiete realmente agradable, como ocurría hace algunos años.