Se supone que la justicia, para ser real, debe ser pronta y expedita. Ello no siempre ocurre, por lo que muchos agraviados cargan su amargura durante años y años, en lo que las policías agarran a los culpables y los jueces se dignan condenarlos y ponerlos a buen recaudo.
Peor aún, si los crímenes de los que hablamos son contra la Humanidad; y los responsables de matanzas de inocentes gozan de su libertad lustros después de cometidas las atrocidades.
La última guerra ocurrida en el continente europeo, la civil de Yugoslavia, dejó agrios resentimientos. No sólo por los horrores cometidos, que incluyeron 200,000 muertos, casi dos millones de desplazados y decenas de miles de mujeres violadas como política de los paramilitares serbios; sino porque los responsables de muchas de esas barbaridades, luego de los Acuerdos de Dayton que les pusieron fin, sencillamente se hicieron humo. Así que muchos que sufrieron lo indecible por aquellos acontecimientos, se sentían justamente agraviados: los responsables no respondían por sus crímenes.
Algunos jefes paramilitares y encargados de la llamada "limpieza étnica", de todos los bandos, sí fueron capturados o se entregaron, y han sido procesados por un tribunal internacional que para el efecto fue creado en La Haya, Holanda. El expresidente de Serbia, Slovodan Milosevic, murió mientras se le seguía juicio allí. Pero hasta hace poco, los dos principales acusados de crímenes de guerra y otras brutalidades, seguían libres: Radovan Karadzic, presidente de la república serbio-bosnia durante la guerra; y Radko Mladic, el jefe militar de las bandas que "limpiaban" zonas de Bosnia y Croacia de poblaciones no serbias.
Karadzic fue aprehendido en Belgrado hace quince meses. Después de la guerra había vivido sin ser molestado dejándose crecer la barba y el pelo (que siempre le envidiamos por lo abundante), y haciéndose pasar por curandero vegetariano o algo así. Fue extraditado a Holanda en donde, esta semana, finalmente ha empezado su juicio
Y es que Karadzic alega que no ha tenido tiempo de preparar su defensa, dado que hasta hace poco tiempo pudo tener acceso a los documentos que usará la acusación. Esos documentos suman cientos de miles de páginas; y como Karadzic decidió asumir su defensa, sin abogados, pues no ha tenido chanza de espulgar lo que puso a su disposición la fiscalía.
Por supuesto, se trata de una argucia legaloide. Lo mismo hacía Milosevic a cada rato para darle largas a su juicio, el cual de hecho nunca concluyó en un veredicto, dado que felpó antes de que se presentara la oportunidad. Así que el guión ya nos lo sabemos. El juicio de Karadzic será largo, tedioso y lleno de interrupciones. Pero para muchos que estaban esperando este momento, no importa: quizá, por fin y después de tanto, se haga justicia.