La decisión de la justicia suiza que negó libertad bajo fianza al cineasta Roman Polanski el día de ayer, mantiene vigente el tema del proceso judicial que se sigue en contra de dicho personaje.
Como es del conocimiento Polansky fue detenido la semana pasada en la República Helvética a pedido de extradición por parte de la justicia de los Estados Unidos, en ocasión de su visita a Suiza con motivo de la celebración de un festival internacional de cine, en el que se tenía programado otorgar un premio al personaje en cuestión.
El tema de la acusación también es del conocimiento del público, aunque desvanecido en la bruma del tiempo. En el año de 1977, Roman Polansky fue aprehendido y llevado ante un juez de California acusado de haber violado y sodomizado a una adolecente de trece años de edad, a la que previamente drogó con estupefacientes según la versión que ha sostenido la víctima desde el día de la denuncia original hasta la fecha.
En mayo de 1978 Polansky se declaró culpable y de esa forma recibió el beneficio de la libertad bajo fianza, pero un día antes de que se dictara sentencia abandonó los Estados Unidos sustrayéndose a la justicia norteamericana, que desde hace treinta y un años persigue al cineasta que ha vivido a salto de mata en diversos países del viejo mundo.
La reciente aprehensión de Polansky ha dado pie a que personajes importantes del mundo del espectáculo a nivel internacional, pidan su liberación con dispensa de trámite en un escrito avalado por setecientas firmas de notables.
La petición de libertad se apoya en la trayectoria del cineasta como si el talento o el éxito fueran patentes de corso para ir por la vida cometiendo crímenes, así como en su procedencia de una familia judía cuyos padres murieron en un campo de concentración durante la segunda guerra mundial. Los defensores de Polansky consideran víctima al acusado en cuanto al homicidio de que fue objeto su esposa la actriz Sharon Tate en 1969, a manos de una banda de adoradores de Satanás encabezados por Charles Manson.
El homicidio de la ex Playmate y otras cuatro personas que se encontraban en el interior de una mansión ubicada en Cielo Drive en Bel Air, California, generó en sus días múltiples especulaciones respecto a que el crimen tuviera como móvil la venganza de grupos satánicos inconformes con el montaje comercial del tema del nacimiento de Satanás del seno de una Mujer, que según el guión de la película Rosemary Baby, habría recibido en su entraña la Semilla del Diablo.
Otro de los argumentos que se esgrime para exigir impunidad, refiere a que el acusado llegó a un acuerdo económico con la adolecente violada, con el añadido de que a tres décadas de lo ocurrido se entiende que la referida víctima desea evitar toda publicidad en torno al tema.
Es obvio que después de tanto tiempo lo mejor que puede hacer la víctima de Polansky es dar por terminado el asunto y procurar olvidarlo, sin embargo, eso no es suficiente para dar carpetazo a la cuestión y menos después de la fuga del agresor, que ni por asomo pronuncia la palabra arrepentimiento.
Por ello resulta incongruente y sesgado que los notables del cine mundial que de tiempo en tiempo lanzan primeras piedras y gustan rasgar sus vestiduras respecto de muy diversas causas a conveniencia, en esta ocasión no se conformen con pedir un juicio justo para Román Polansky y en su caso indulgencia, sino que desde su pedestal exijen que el crimen quede impune y condenan a los sistemas legales de los países involucrados, por no corresponder a la medida de su capricho y parecer.
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