FAMA MUY BIEN ganada la de nuestra burocracia nacional. A pulso con acciones y omisiones diarias, han conseguido el reconocimiento de todos los mexicanos como uno de los grupos humanos más inútiles e inservibles, no todos quizá, pero sí la gran mayoría.
APOLTRONADOS frente a sus escritorios llenos de papeles y asuntos sin resolver, dedican gran parte de su jornada laboral a hurgar en los almanaques cuántos puentes habrá este año y en qué meses caerán. Pero eso que se llama espíritu de servicio público, para ellos no existe. Para nuestros burócratas los ciudadanos no son otra cosa, que una manada de tontos e ilusos que ocurren a las oficinas de Gobierno (a sus tres niveles) a tratar de efectuar con algún tramite o gestión, que finalmente no les será posible cumplir.
NUESTROS BURÓCRATAS, muy especialmente la federales y en su gran mayoría, son deshonestos o son pachorrudos. Detrás de una ventanilla ante la cual el ciudadano común y corriente tiene que inclinarse pues parecen estar diseñadas especialmente para que así sea, anida su pequeño coto de poder y autoridad. El ciudadano llano presenta apresurado su documentación ante la fría mirada de aquella mujer, que si se levantó de buen humor facilitará las cosas, pero si tuvo algún contratiempo en la mañana con su esposo o con sus hijos, Dios salve al tramitante.
EL BURÓCRATA NO TIENE generalmente voluntad ni espíritu de servicio. Su vida se va dilapidando en checar a tiempo el reloj de entrada, en que el jefe no le vea con malos ojos y en que las posadas de este año sean mejores que las que se hicieron en la oficina el año pasado.
EL BURÓCRATA ES UN SER más dedicado a estorbar que a coadyuvar al desarrollo económico del país. El burócrata disfruta más diciendo no que diciendo sí. Reflexionando sobre esto quizá ameritaría hacer un libro que analice al burócrata desde diversas perspectivas de las disciplinas del conocimiento humano, como lo sería la psiquiatría, la moral, la ética.
EL BURÓCRATA tiene y sostiene un pequeño coto de poder desde donde se permite libertades, arbitrariedades y discrecionalidades en daño del ciudadano. Apoltronados en su sillón degluten ávidos enormes tortas de los más diversos contenidos. Otros leen ávidos los periódicos deportivos, otras se ponen a tejer punto de cruz una chambrita para el nietecito; pero casi nadie hace lo que debería hacer y por lo que les paga el Estado.
UNA OFICINA que sería heráldica en lo que se entiende por nuestra burocracia nacional, sería la Delegación en Coahuila del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI por sus siglas) ubicada en el primer piso del Palacio Federal en Torreón.
SE TRATA DE UNA oficina que a la una de la tarde del día se encuentra desolada. Cerca de diez escritorios vacíos y una señora policía en la puerta dando la información que le es posible proporcionar al público. Que el C. Delegado está de vacaciones; que la segunda de a bordo está en el Mercado Villa comiendo, que la tercera de a bordo que también está en el Mercado Villa comiendo o que todo el demás personal se encuentra fuera o de vacaciones.
TRATAMOS DE COMPRAR unos planos, pero la señora policía nos informa que como el señor encargado anda de vacaciones y él trae la llave del cajón de los planos, será imposible en estos días el público compre alguno. Que se tendrá que esperar a que el C. Delgado regrese de sus vacaciones, bien descansado y hasta tostadito por el sol playero y con sus llaves relucientes del misterioso cajón.
UN PAÍS CON una burocracia como la que padecemos jamás podrá avanzar. Frente a este cuadro de ineficacia el presidente Calderón anunció el programa de dos horas para abrir un nuevo negocio a través de Internet. Todo ello con el fin de poder evadir a la burocracia rampante que tiene paralizada la actividad económica de México.
OJALÁ Y RESULTE, por lo pronto los mentados planos quedaran para otro día. Las llaves del cajón las trae el Jefe en Mazatlan?
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