9:30 PM, ¿y saben qué es lo que hace un pelao cabal mientras la doña anda de viaje con unas amigas?
Se va al cine, y solo. Lo cual pudiera resultar normal, algo trivial; a no ser por andar tirado y arrastrándome desde hace 3 semanas -casi exactas, por aquello de cirugía de tobillo desestabilizado por rotura de ligamento talofibular, misma que requería reparación en base a disección de piel del costado y preparación del ancho de una agujeta, con la respectiva perforación del astrágalo con taladro ultradelgado, pero con decirles que me levanté de la anestesia intacto de ambos costados, y con el tobillo enyesado, y de ese repentino cambio de planes ya se platicará en su momento; porque ahora tres semanas en muletas y axilas rozadas, la obvia problemática para desplazarse de un lado a otro, 21:30 y los chicos dormidos.
Y en la cartelera Slumdog Millonarie. Ese filme de Danny Boyle, el director que en los noventa sorprendió con la estética visual y contenido de Trainspotting; y Simon Beaufoy, el mismo guionista de Full Monty y Closer. Ese filme que hace semanas arrasó con los premios en la entrega de los Oscares, por su perfección y potencia de argumentos, así que enyesado por completo todavía dubitativo por el tema de no traer efectivo, de que no aceptan tarjeta, y de que la circunstancia implica caminar más de lo deseado, el riesgo en esa escalera eléctrica, porque apenas hoy me cambiaron la venda por algo más rígido que todavía no entiendo, y ando más lento que un papagayo sambo, pero más torpe.
Pero ahh
Y todos contentos, y aunque en ocasiones la premiación del Oscar obedece a otras razones, ahora sí tenía esperanza y expectativas de ver un buen filme, principalmente por Danny Boyle, por el respeto que le tengo.
Confirmó mi expectativa la chica de la entrada: cogió mi boleto y me dijo: "primera sala a la izquierda"; uff!, qué suerte
Así que ya cómodamente sentados diremos que Slumdog Millonarie trata sobre la historia de un niño pobre en los barrios bajos de Bombay, y sus penurias en una realidad exasperadamente (y vivamente/y ricamente) colmada de prójimos. Yo ya sabía lo que iba a ver. Tanto que ya había visto el comienzo. Hace semanas llevé a mi hijo a verla -confiado en aquello de la clasificación B, debiendo salirnos justo al comienzo: la vida real es clasificación C y hay que cuidar a las criaturas.
Resulta común ocultarles la pobreza y realidad y asco e injusticias, asesinatos, vicios y ojos sacados, y todo lo que ocurre aquí mismo a nuestro alrededor en este país, y mejor tenerlos tranquilitos, mejor preocupados por el cajero automático, y dos pisos de escaleras en este Mall, de este mexiquito tan lindo, donde esta Cajita de Cristal lujosa sirve para proteger las penurias de todos.
Es un tema complejo éste de educar, pero la insensibilización de nuestros hijos, el taparles los ojos tajantemente y por completo, es semilla aún más de la desigualdad -y la empatía futura, que desde ahora se presenta en la médula de nuestros problemas. El reto es formar en realidad ciudadanos.
El reto es tratarles de mostrar México en toda su diversidad, e intentar entenderlo juntos.
Pero bueno. Solamente eso. El caso es que me senté por allí en la fila de en medio, vi esos cortos previos, y me convencí de que Julia Roberts desde hace años que ya está vieja.
Hasta que comenzó el filme, inmovilizándome con una orgía visual de podredumbre, una historia cruda maravillosamente bien contada, y un final donde esa herida besada, es la cicatriz que habla la historia de todos.
Cuando salí a la calle le di al poli los 10 pesos que me sobraron. De nuevo la Cajita de Cristal y todas sus consecuencias.