El 11 de diciembre en que miles de peregrinos caminaron hasta la Basílica para cantar las Mañanitas a la Guadalupana, quedó oficialmente inaugurado el festivo puente Guadalupe-Reyes que desembocará en el 2010, cuando gastados y maltrechos intentaremos escalar una vez más la empinada cuesta de enero.
Sólo entonces volveremos a encapsularnos cada uno, en la soledad y la incomunicación del volante, desde donde con los seguros puestos y las ventanillas cerradas, miramos la vida pasar: vendedores ambulantes toreando los autos para ofrecer lo mismo chicles que cuchillos, juguetes o relojes de fabricación china y presumiblemente robados. Impotentes frente al volante debemos soportar que jóvenes de mala catadura salten agresivamente sobre el cofre de nuestro auto para limpiar el parabrisas, e indiferentes, miramos a payasitos y maromeros que entre una luz roja y otra, hacen piruetas por "lo que sea su voluntad".
En nuestro diario camino hacia donde se pueda, no falta un atropellado, policías extorsionando a un infeliz que acaba de chocar, o algún desconocido que se acerca a nuestra ventanilla y a plena luz nos amenaza con una pistola: ¡esto es un asalto vieja pen..!
Tenemos mucha suerte porque esos son los menos, los más son los conductores que manejan ansiosos y defienden cada milímetro de territorio conquistado pegando su defensa a la del auto de adelante e impidiendo así el paso a los peatones, que imprudentes, insistimos cruzar las calles porque en esta temporada todos caminamos en busca de regalos (cada año me repito que lo importante es dar cariño, una linda tarjeta o unas galletas horneadas por mímisma a la usanza de antes; pero el último momento siempre termino por unirme a las multitudes que frenéticas salen en busca de regalos para la familia, los amigos; y que no falte un detallito para el poli, la manicurista o el entrenador del gimnasio -puro soborno para que nos quieran) e imaginamos que la ciudad es de quien la pisa, y especialmente de quienes nos atrevemos a desafiar el peligro visitando en estos días el Centro Histórico en busca de su oferta abundante, variada y barata, y donde nuestro jefe de Gobierno, generoso caballero con dinero aunque sea el de nuestros impuestos; además del Árbol de Navidad más alto del mundo, ha dispuesto para disfrute del pueblo y previsión de un futuro voto; espectaculares pistas de hielo, conciertos a cielo abierto; y para este dieciséis de diciembre, la celebración de la "Noche de Museos" con entrada gratis para todo el que quiera visitarlos.
Desde el pasado fin de semana la antigua Calle de Plateros, hoy Madero, ha quedado convertida definitivamente en calle peatonal con lo que recuperará su papel civilizador; porque caminar permite acercarse al prójimo, comunicarse, e identificarse con él; además de descubrir al paso los secretos que guardan las calles, como el trasnochado hospital donde muñecas mutiladas esperan a que un médico piadoso les pegue un bracito, polvosas librerías de viejo, o un puesto de partituras antiguas.
Crisis o no, la fiesta de la generosidad ha comenzado y los peatones repartimos abrazos y sonrisas que aunque un poco artificiales, levantan el ánimo y promueven la buena voluntad. En enero volveremos a ser sociópatas al volante, pero por ahora somos peatones y esperamos respeto y paciencia de quienes atrapados en su vehículo, nos miran envidiosos cruzar cargados de paquetes. ¡No aceleren por favor!