Una señora de buen corazón que pasaba por nuestro Torreón, con rumbo al DF, transitando por la avenida Juárez al oriente de la ciudad, a la altura de la central de autobuses, se percató que estaba tirado un perro en la calle, con la pata delantera deshecha, sangrando por el hocico, y tumbado sobre su costado, unas personas se habían condolido de él, pues alguien lo había atropellado y después del incidente, éste quedó tendido sobre el asfalto llorando de dolor, lo movieron como pudieron hacia una orilla, para que no fuera a volver a ser atropellado y lo semitaparon con un cartón, para que no le pegara directamente el sol. La señora después de informarse sobre el percance, les dijo a las personas que estaban ahí que con cuidado le ayudaran a subir al perro a su automóvil, para llevarlo a atender, y en caso de ser necesario aplicar la eutanasia, para que no sufriera.
El veterinario lo revisó, administrándole un tranquilizante, pues aparte del dolor el perro estaba bastante agresivo, debido a su condición.
Este ejemplar que parecía una cruza de poodle con cocker, presentaba múltiples golpes en todo el cuerpo, pero su brazo izquierdo y su pelvis fueron los más dañados. Después de revisar bien su brazo izquierdo, se decidió amputarlo, pues presentaba múltiples fracturas con pérdida de material óseo y también pérdida de grandes porciones de músculo y piel, posteriormente, se procedió a atender su pelvis. Por fortuna reaccionó bien debido a su naturaleza, pues es un animalito muy fuerte.
Poco tiempo después Manolo que es el nombre que se le asignó, antes de ser dado en adopción, después de tanto sufrimiento fue adoptado por Marisela, quien lo llevó a su casa, y le dio comida, cariño y comprensión, y a decir de ella, ahora lo dejo, que ande por toda la casa y hasta lo dejo entrar a mi recámara.
A últimas fechas, Marisela observó a Manolo muy desanimado y caído, y por más que ella le hablaba y acariciaba tratando de reanimarlo, Manolo no reaccionaba de manera favorable. Lo llevaron al médico, y se le diagnosticó que traía piedras en la vejiga, y después de realizarle, unos exámenes, se sometió a una cirugía, extrayéndole una piedra del tamaño de un limón, y otras más de diferente tamaño. Marisela se lo llevó a su casa varios días después de la cirugía, para cuidarlo una vez pasado el peligro de cualquier complicación post-operatoria y a pesar de que ella es una mujer profesionista, muy exitosa y con muchas ocupaciones siempre se da el tiempo para atender a Manolo, sobre todo después del trabajo y los días libres.
Algunos pudieran pensar que Manolo ha tenido mala suerte, pero yo más bien pienso que las cosas suceden por algo, pues Manolo ha conocido, debido a todo lo que le pasó a personas buenas que lo han ayudado, sin más interés que ayudar por ayudar, a diferencia de la supuesta "dueña anterior" que lo soltó a su suerte en la calle, hace ya varios años.
Manolo se le ve mejor, ganó más peso, el pelo le creció, y a pesar de que cojea, ya hasta se ejercita, y ahora está al lado de su gran benefactora Maricela, haciéndose los dos mutua compañía.
Y ahora para terminar una gota de filosofía.
Por la boca sale, lo que en el corazón abunda.