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La conjura

GILBERTO SERNA

Iba tan confiado que no reparó en un grupito que cuchicheaba en los pasillos, recargados en la pared. Era como cualquier otro día. No le perdonaban que fuera más que ellos, por lo que se habían conjurado para acabar con su existencia. Por las veintitrés heridas, inferidas por los confabulados, con mucho “argüende”, gritos e imprecaciones, al fin se le escapó la vida. Por siete noches, inmediatamente después de su muerte, se dejó ver muy resplandeciente el gran cometa con una enorme cauda que llenó de temor reverencial al pueblo. Ese año el disco solar salió pálido y desprovisto de rayos, enviando un calor tenue y poco activo, el aire era oscuro y pesado, por la debilidad del calor que lo enrarece y los frutos se quedaron imperfectos y sin madurar por la frialdad del ambiente. Lo que demostraba que su muerte no había sido grata a los dioses.

Había quedado tendido en su propio manto el divino César (101-44 a. de J.C.) Los conjurados serían exterminados, uno a uno, en los siguientes años. No hizo el gran César caso de quien le advertía de que se cuidara de los idus de marzo. Bien, esto era en aquellos días. En los actuales, los complotistas se quedaron con un palmo de narices.

¿Qué sucedió con los que esperaban reventar la asamblea, en donde los panistas votarían para elegir a su presidente? Ellos, según las crónicas, anunciaron su voto en contra de César Nava. El pretexto era el argumento de que antes que poner un encargado al frente, previamente era necesario discutir sobre el por qué de la derrota en los pasados comicios electorales. No hubo tal. Se desarrolló el evento en el que Nava García, ex secretario particular de Felipe Calderón, por 290 votos lo eligió para concluir el periodo de su antecesor, o sea los próximos 16 meses. César anunció que solicitará crear una comisión de reflexión sobre los resultados electorales. Dijo, para bajarles los humos a sus detractores, que durante 21 años en los que ha militado en las filas panistas ha sido testigo de diferentes etapas del PAN, una de ellas siendo oposición, “llena de mística y trabajo” y después en la época de la transición democrática, que bien se puede decir se desarrolla en un ambiente de música y relajo, con Vicente Fox a la cabeza. Es posible que la eclosión definitiva de Nava se dé ahora, al frente de su partido; juventud no forzosamente indica falta de juicio.

Se equivocaron quienes pensaron que Felipe Calderón se dejaría arrebatar la torta en el recreo sin chistar. Algo que no se alcanza a definir pasaba por la cabeza de estos señores enmarañados por sus propias ambiciones. No pudieron irrumpir en medio de la fiesta donde todo estaba preparado para que el joven panista asumiera el mando de su partido. Se alegaba a sotto voice que no estaba ni fogueado ni experimentado para manejar un partido que aparentemente se desploma entrando en barrena, lo que sólo se podría saber si la asamblea le dejara en sus manos el control del partido. Fuera de cualquiera otra consideración el presidente requería una persona confiable. Eso es axiomático. No había para dónde hacerse, el responsable de la política al interior de su partido es el presidente de la República. La pregunta es ¿entonces para qué la farsa de un proceso democrático al interior?, ¿no sería más auténtico dejar la selección en manos del Ejecutivo? Creo que sucedería igual que cuando el presidente acude al Senado a proponer a un secretario que requiere de ese trámite que, en teoría, es un nombramiento que puede ser rechazado. En el caso no hubo un repudio, más bien al contrario, se registraron 290 votos a su favor. Ahí era donde podía haberse descarrilado la candidatura del joven panista, lo que no sucedió.

Total los confabulados salieron más que chasqueados. Los asambleístas los desairaron de fea manera. Es posible que sus intenciones hayan sido buenas, lo que es de dudarse, no le midieron el agua a los camotes, por lo que su conspiración cayó en el peor de los fracasos, pues no sólo demostró que el manejo político en Los Pinos ha mejorado, sino que al final resultó que fortalecieron al nuevo dirigente que logró atravesar el foso de los cocodrilos sin recibir un solo rasguño, con lo cual le hicieron un favor, pues ha pasado la primera prueba con calificaciones excelentes. La foto lo muestra sonriente y con ambos pulgares en alto, joven al fin, se le ve resuelto sin que dé muestras de que hayan logrado asustarlo sus detractores; entre dientes podía haber referido a que hay viejos que son inmaduros y jóvenes con un gran criterio. Vaya, diremos con el vate Rubén Darío, poeta nicaragüense: “¡Oh! juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro y a veces lloro sin querer”.

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