La conservación de ecosistemas, de su integridad y de su biodiversidad, se ha convertido en un tema de importancia mundial. Más allá de la contemplación a la que frecuentemente se le asocia, la conservación es hoy una urgente actividad humana que pretende sin exagerar, conservar los ecosistemas naturales que aún permanecen en el planeta. Es ampliamente conocido y aceptado, como se ha demostrado en las Reuniones Mundiales sobre Medio Ambiente, los impactos negativos del modelo industrial sobre los recursos naturales del planeta.
En la versión quinta del Informe Planeta Vivo, el fondo Mundial para la naturaleza (WWF) hace una importante contribución a la medición del estado de los ecosistemas del mundo y de las presiones humanas que les afectan. La medición se basa en dos indicadores claves: el Índice Planeta Vivo (IPV) que examina la riqueza natural de especies vertebradas del planeta en el tiempo y, como tal, ofrece un indicador del estado del medioambiente natural del mundo, y la Huella Ecológica como una medida de la sostenibilidad medioambiental. La aplicación de estos dos indicadores en el periodo de 1970 a 2000 sostiene lo dicho anteriormente, el Índice del Planeta Vivo descendió en un 40%, esto es, disminuyeron las poblaciones de especies salvajes, lo que en palabras del WWF representa un grave golpe a la vitalidad y resistencia de los sistemas naturales del mundo. Por el contrario, continúa el comentario del Informe, durante el mismo período, la Huella Ecológica de la humanidad creció hasta exceder en un 20% la capacidad de carga biológica de la Tierra, alejándonos de la posibilidad de progreso en el camino del desarrollo sostenible.
En este contexto de forzamiento ecológico provocado por exceder los límites de la capacidad sustentadora del planeta, el debate de la conservación se reenfocó hacia una perspectiva diferente, se parte ahora de la idea de que los factores que dirigen la pérdida de hábitat, y la extinción de especies están fuera de los horizontes de la biología, y que por el contrario son productos de la economía, de la política y de la sociedad. En este sentido, se afirma que la conservación no puede lograrse con la participación de una sola ciencia, requiere del concurso e integración de otras como la economía y la política, la conservación se vuelve entonces en un amplio tema social, de la economía y de la política.
Poco a poco se construye un concepto moderno de conservación, que se fundamenta en los tres componentes explícitos de la Estrategia Mundial de Conservación: protección, uso sustentable de la biodiversidad y compartir los beneficios de su uso. Permitir la utilización económica de los recursos mientras se mantenga la estructura ecosistémica, la composición de especies, el hábitat para fauna silvestre, la biodiversidad, los valores escénicos y recreativos y la protección de las cuencas hidrológicas.
No obstante, el debate continúa, especialmente en aquellas áreas en las que la restricción del uso de algún recurso implica la disminución de la ganancia neta para un grupo de interés económico, o en el otro extremo cuando la conservación de ecosistemas o especies le resta capacidad de supervivencia a aquellos grupos de elevada marginación que no pueden darse el lujo de limitar su cosecha.
La función restrictiva de la conservación es sin duda uno de los aspectos más polémicos y quizá el que más limita su aplicación. Dicha función es el resultado inevitable de décadas de legislación durante las cuales los políticos reaccionaron a los reportes científicos y a las presiones públicas de grupos organizados de la sociedad. Lo cual tampoco es gratuito si se considera que las medidas de control se imponen a aquellas formas de uso que con frecuencia destruyen los recursos naturales.
La conservación como urgente actividad humana, está sumando aciertos e influencias, ahora la actividad económica está dejando atrás viejos conceptos como el de los recursos infinitos o el de los recursos y servicios ambientales gratuitos, la economía tiene hoy una visión más amplia, que incluye la atención al ambiente físico y biológico en el que ocurre la actividad y coadyuva en la elaboración de políticas que conducen a la sostenibilidad, el punto es si estos cambios lograrán finalmente proteger la integridad de los ecosistemas que aún quedan.