Quedó definida la contienda por la alcaldía de Torreón. Con base en los resultados históricos electorales podemos adelantar que de entre el panista Jesús de León Tello y el priista Eduardo Olmos Castro saldrá el próximo presidente municipal. Ambos ya se preparan para arrancar su campaña electoral el 15 de septiembre. A partir de entonces y durante 30 días, los candidatos intentarán convencer a los ciudadanos de Torreón para que el 18 de octubre tachen la boleta en la casilla donde aparece su partido y su nombre. Revisemos el escenario político electoral previo al proceso en puerta.
La encuesta publicada por El Siglo de Torreón el 16 de agosto pasado ubicó al Partido Revolucionario Institucional (PRI) con una ventaja de 2 a 1 sobre el Partido Acción Nacional (PAN). Los resultados de las últimas dos elecciones confirman el ascenso que el PRI ha tenido en los dos años inmediatos anteriores y la estrepitosa caída del PAN en el estado y en la región. En los comicios de octubre del año pasado para renovar la Cámara de Diputados de Coahuila, el Revolucionario Institucional logró llevarse el "carro completo", es decir, obtuvo el triunfo en los 20 distritos locales, y lo hizo por un margen de 3 a 1. Nueve meses después, en las elecciones para renovar la Cámara de Diputados federal en julio pasado, el tricolor repitió la dosis al ganar en los 7 distritos de la entidad por amplios márgenes de 5 a 1 y hasta 7 a 1.
Las razones de la debacle del blanquiazul en el estado y en la región son múltiples. Una de ellas es sin duda los continuos tropiezos de las dirigencias nacionales del PAN, las cuales hasta ahora no han logrado cohesionar al partido ni mostrarlo como una fuerza política dominante en función del control que tiene de la Presidencia de la República desde el año 2000. De ser un exitoso partido de oposición, Acción Nacional no ha sabido asumirse como partido en el poder y en los momentos más trascendentales incluso le ha regateado el apoyo al titular del Poder Ejecutivo, Felipe Calderón Hinojosa, emanado de sus filas.
Otra razón, ya en el ámbito estatal, la podemos encontrar en el cada vez más marcado divisionismo que existe al interior del PAN. Las pugnas entre los "zermeñistas" y los "garciavillistas", y entre los panistas de abolengo y los recién llegados, han dejado al partido muy lastimado y lo han proyectado como una fuerza inestable y sin disciplina ni unidad. Las rivalidades internas suelen llegar incluso a los extremos del "canibalismo político" en Coahuila.
En el ámbito local, el factor determinante de los recientes tropiezos del PAN ha sido la mala imagen que tiene hoy la Administración municipal de José Ángel Pérez Hernández frente a la ciudadanía. Con decisiones políticas erradas, como la confrontación abierta con el Gobierno Estatal, y promesas incumplidas, como la de hacer de la Policía de Torreón la mejor del norte del país, ha dilapidado el capital político que Acción Nacional había conseguido aglutinar en los primeros años de la década que está por terminar. La situación tan lamentable en la que se encuentra la ciudad en materia de mantenimiento urbano, en gran parte es responsabilidad del actual alcalde, quien, por otra parte, no supo comunicar de forma eficiente los aciertos que dice haber tenido.
Todo lo anterior pone al candidato del PAN a la alcaldía, Jesús de León Tello, en la siempre incómoda posición de tener que remar contra la corriente. Si en realidad quiere dar la batalla en los comicios tendrá que hacer auténticos malabares, tales como conseguir el apoyo unánime de los panistas del estado y del municipio y a la vez desligarse lo más posible de la antipopular Administración de José Ángel Pérez. Esto como punto de partida, porque después viene la pesada tarea de armar una campaña inteligente y que refleje en realidad las necesidades e inquietudes de la cada vez más insatisfecha sociedad torreonense.
Pero si bien las preferencias y la historia reciente favorecen al priista Eduardo Olmos Castro, esto no quiere decir que tenga asegurada la elección. Su posición de ventaja es también de una responsabilidad enorme. Su partido, con los resultados recientes, le entrega un "caballo de hacienda" que, no obstante, pondrá a prueba sus habilidades como jinete. Hay que reconocer que Olmos Castro no era el aspirante con la mejor imagen. Por una parte, sus múltiples saltos de un cargo a otro le crearon la fama de "chapulín" y, por la otra, su evidente subordinación a los intereses del clan Moreira pone en tela de juicio su autonomía para tomar decisiones. Cambiar la percepción negativa que mucha gente tiene de él debe ser uno de los retos principales de Eduardo Olmos en el arranque de su campaña. Si no lo consigue y, por el contrario, su contrincante logra capitalizar esas debilidades, el candidato priista podría meterse en aprietos.
Pero independientemente de quien gane, la elección para renovar el Ayuntamiento de Torreón va a ser interesante, porque más allá del resultado, lo que está en juego es la viabilidad de una ciudad que en los últimos años ha caído en un gran bache del que no tiene para cuándo salir.