La cruda es lo de menos
El alcohol tiene un efecto bifásico sobre el cuerpo, lo que significa que sus efectos cambian con el tiempo; inicialmente, produce sensaciones de relajación y alegría, pero su consumo posterior puede llevar a tener una visión borrosa y problemas de coordinación.
Renaldo Cisneros Medina, médico general del Centro de Atención Primaria en Adicciones (CAPA) Nueva Vida de Gómez Palacio, refiere que las membranas celulares son altamente permeables al alcohol, de manera que una vez que éste circula por el torrente sanguíneo, se puede esparcir en casi todos los tejidos del cuerpo.
Tras el consumo excesivo, puede aparecer la inconciencia y en niveles extremos, se puede caer en el envenenamiento por alcohol y, por lo tanto, la muerte. Cuando el alcohol llega a la sangre, (entre 30 y 90 minutos después de ser ingerido) se produce una disminución de los azúcares presentes en la circulación, lo cual provoca una sensación de debilidad y agotamiento físico.
A corto plazo:
Lentitud de reflejos y menor coordinación motora, lenguaje poco claro y errores de pronunciación; sensación de confianza y libertad (deshinibidor); menor capacidad para concentrarse en un tema; alteraciones en la percepción (alucinaciones visuales, auditivas y táctiles.)
También se presenta la distorsión de las emociones: cambios bruscos en el estado de ánimo, que pueden ir de la alegría al llanto o la agresión; dificultad para valorar situaciones, es decir, la negación de la enfermedad.
A largo plazo:
El alcohol provoca males gastrointestinales, pérdida del apetito, problemas cutáneos (resequedad por deshidratación), alteraciones en la memoria o lagunas mentales, impotencia sexual y daño hepático o cirrosis.
Provoca alteraciones en el corazón, pulmones, sangre, etc; enfermedad obsesivo compulsiva: pensamiento fijo y recurrente. Utiliza el alcohol para huir de la realidad o “solucionar” problemas que requieren de lucidez y capacidad de reflexión para tomar decisiones. Presenta problemas laborales, escolares y sociales; delirios persecutorios de grandiosidad, celotipia, producidos por los efectos del alcohol.
Presenta alto nivel de tolerancia hacia el alcohol, toda vez que necesita más cantidades para el efecto deseado. La familia y amistades se preocupan de manera excesiva ante su forma de beber: se establece la codependencia.
En el corazón y aparato circulatorio:
El alcohol aumenta la actividad cardiaca, aunque un consumo muy moderado mejora la circulación, la dosis superior produce daños.
En dosis elevadas, provoca hipertensión arterial y daña el músculo cardiaco por sus efectos tóxicos.
Puede provocar miocarditis (inflamación de las fibras musculares) y reducir la capacidad para bombear sangre.
Produce vasodilatación periférica, lo que genera enrojecimiento y un aumento de la temperatura superficial de la piel.
En el aparato digestivo: estómago, páncreas, hígado...
Las molestias gástricas se deben a erosiones en las mucosas producidas por el etanol. El ardor estomacal será mayor cuando se mezclan diferentes bebidas o combinados.
Aumenta la producción de ácido gástrico que genera irritación e inflamación de las paredes del estómago, por lo que a largo plazo, pueden aparecer úlceras, hemorragias y perforaciones de la pared gástrica.
El cáncer de estómago ha sido relacionado con el abuso del alcohol; también provoca cáncer de laringe, esófago y páncreas.
Provoca esofagitis (inflamación del esófago), várices esofágicas sangrantes y desgarros de Mallory-Weiss.
Puede producir pancreatitis aguda, una enfermedad inflamatoria severa del páncreas, con peligro de muerte; también del tipo crónico, que se caracteriza por un intenso dolor permanente.
Otras alteraciones posibles son la diabetes tipo II y peritonitis.
El hígado es el órgano encargado de metabolizar el alcohol, que es transformado por las enzimas primero en acetaldehído y después en acetato y otros compuestos. Este proceso es lento y no está exento de daños (el acetaldehído despolariza las proteínas, oxida los lípidos, consume vitaminas del grupo B y daña los tejidos.)
Al irritarse la célula hepática, es posible que se produzca hepatitis alcohólica, debido a la destrucción celular e inflamación tisular; el hígado también evoluciona a hígado graso o cirrosis.
Otros signos de alteración hepática son ictericia, un tono amarillento que adquiere la piel y la esclerótica y edemas, que es la acumulación de líquido en las extremidades.
El alcohol también altera la función del riñón, provocando deshidratación y tomando agua de otros órganos como el cerebro, lo cual genera dolor de cabeza.
El alcohol aporta abundantes calorías (7 kcal. por gramo de alcohol) con escaso valor nutritivo, por lo que elimina el apetito, sustituye a otros alimentos más completos y a la larga, genera desnutrición.
El alcohol es muchas veces la puerta de entrada al consumo de otras drogas.
En la sangre:
Inhibe la producción de glóbulos blancos y rojos; sin la suficiente cantidad de éstos, sobreviene la anemia megaloplástica.
En los sistemas inmunológico y reproductor:
La falta de glóbulos blancos origina una falla en el sistema inmunológico, aumentando el riesgo de infecciones bacterianas y virales; disminuye la líbido y la actividad sexual; puede causar infertilidad e impotencia, así como hipertrofiar las glándulas mamarias en el hombre. Altera las hormonas femeninas en las mujeres, por lo que trastorna el ciclo menstrual y produce infertilidad.
En el embarazo y el feto:
El abuso del alcohol en el embarazo puede desencadenar el Síndrome Alcohólico Fetal, cuyos síntomas son un retraso en el crecimiento, alteración de rasgos cráneo-faciales, malformaciones cardiacas, hepáticas, renales y oculares. El mayor daño se produce en el sistema nervioso central del feto, en el que puede aparecer retraso mental.
En el cerebro y sistema nervioso:
El consumo de alcohol inhibe gradualmente las funciones cerebrales, afectando las emociones, los procesos de pensamiento y el juicio. Si continúa la ingesta de bebidas alcohólicas, se altera el control motor, produciendo mala pronunciación al hablar, reacciones más lentas y pérdida del equilibrio.
Altera la acción de los neurotransmisores, pues modifica su estructura y función; ello produce efectos como la disminución de la alerta, retardo de los reflejos, cambios en la visión, pérdida de coordinación muscular, temblores y alucinaciones. Disminuye el autocontrol, afecta la memoria, capacidad de concentración y funciones motoras.
La combinación de los anteriores efectos es causa de múltiples accidentes laborales y de circulación; el alcohol es responsable del 30-50% de los accidentes con víctimas mortales.
La disminución de vitamina B1, producida por el alcohol, puede llevar a la enfermedad e Wenicke-Korsakoff, que provoca alteraciones de los sentimientos, pensamientos y memoria de la persona; los afectados confunden la realidad con sus invenciones.
Produce trastornos del sueño; las personas alcohólicas se aíslan de su entorno social, suelen padecer crisis en los ámbitos familiar (discusiones, divorcios, abandonos) y laboral (pérdida del empleo), lo que los conduce a la depresión y en algunos casos, al suicidio.