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La dolce vita

GILBERTO SERNA

Algo muy sucio está ocurriendo en Italia. Es una República parlamentaria con democracia representativa. Esto indica que los ciudadanos tienen el derecho de elegir a sus autoridades. Cuenta con un primer ministro. En el pasado quedó la monarquía y la dictadura fascista de Mussolini. El Jefe de Estado actualmente es Silvio Berlusconi, encargado de cumplir y hacer cumplir la Constitución, a quien sus coterráneos acostumbran referirse a él como Il Cavaliere. En su intervención en el Congreso del Partido Popular Europeo habría dicho que la soberanía pertenece al pueblo, no obstante el Tribunal cambia las leyes por lo que su partido estaba trabajando para reformar la Carta Magna, mostrando su descontento por la declaración de inconstitucionalidad de la Ley de Inmunidad, acusando a los jueces de quererlo eliminar políticamente. El presidente de la Cámara de Diputados dijo esperar que Berlusconi halle un modo de precisar mejor su pensamiento, para que no genere una peligrosa confusión sobre lo que ocurre en Italia y las intenciones del Gobierno.

No es bueno alegrarnos del dolor ajeno. En lo que va de la actual década, en dos ocasiones el multimillonario Silvio Berlusconi ha sido objeto de atentados. En efecto, corría el año de 2004, en la plaza Navona de Roma fue expuesto a la causticidad de un obrero quien le lanzó el trípode de una cámara de fotos, lesionándolo en el cuello. Si fuera arúspice diría que la tercera es la vencida, por lo que le recomendaría, dicho sin mordacidad, comprarse un casco de astronauta para sus entrevistas públicas. No veo cómo Silvio Berlusconi haya logrado despertar tamaño encono. Él, lo más que puede ser calificado, es como un play boy de las abuelitas. Ha logrado levantar a su alrededor una fama que hubiera sido la envidia del veneciano Giácomo Casanova muerto a la edad de 73 años, después de toda una vida dedicada al vicio y a la perdición, coincidentemente la edad actual de Silvio. Independientemente de eso, uno se pregunta ¿qué rayos pasó con los escoltas de seguridad? Atrás de Berlusconi se advierte la presencia de un guardia gigantesco que, dado lo sucedido, más bien parece un adorno que un cancerbero. De ahí que hayan surgido serias dudas sobre la eficacia del dispositivo encargado de velar por la integridad física del Primer Ministro. ¿O también ellos están desencantados?

Ahora Silvio Berlusconi ha quedado al desnudo, por lo que los ciudadanos no podrán ignorar que sus actitudes son la de cualquier casquivano que no sabe guardar las apariencias. El pueblo perdona el pecado pero no el escándalo. Es un político que no ha sabido apagar su concupiscencia presentándose como un paternal protector de muchachitas a las que dice alentarles sus dotes artísticas. Quizá su enorme riqueza lo ha hecho perder de vista que no es un ciudadano común que puede darse el lujo de hacer de su vida un papalote y echarlo a volar, es un funcionario de alto nivel que tiene a su cargo el preservar, por encima de sus aficiones personales, la seriedad que amerita el desempeño de un cargo del más alto nivel. Todo un país está en sus manos, es cierto que puede moldearlo a su antojo por cuanto a su comportamiento personal, pero hay reglas inmutables de conducta moral que debe respetar.

Todo sucedió al término de un mitin en la Plaza Duomo, una miniatura, replica de la catedral de Milán, de las que se venden en el lugar como souvenir le pegó en la boca. Un individuo, se dice, con serios problemas mentales, pero con un brazo de pitcher que ya los quisieran en las Ligas Mayores, le atinó en pleno rostro dejándolo para el arrastre, mostrando estupor y rabia. Alrededor del mundo el hombre de la calle aplaudió la agresión, para qué fingir lástima con hipocresía si es la pura verdad. La vida libertina del Primer Ministro italiano, aparentemente ha quedado expuesta. Un paparazzi tomó fotos de los ratos de expansión de Silvio en Villa Certosa en que, al parecer, había algo semejante a un harén, como si se encontrara allí algún sultán, cuyas imágenes le dieron la vuelta al mundo. La primera dama italiana dice que bajo el influjo de su marido, la política italiana se ha convertido en una basura impúdica, acusándolo de frecuentar la compañía de mujeres menores de edad. El fotógrafo asegura que prácticamente cada fin de semana aviones oficiales, pilotados por el tercer escuadrón de la aeronáutica italiana, trasladaba al Aeropuerto de la Costa Esmeralda a los amigos, artistas, bailarinas y azafatas televisivas, todo a costa del erario. Llegaban entusiasmados a una mansión ubicada en Villa Certosa, donde se vive un ambiente desinhibido, vigilado con fuertes medidas de seguridad. En una de las fotos aparece un hombre desnudo cuya identidad no pudo constatarse. Ni más ni menos que La Dolce Vita del cineasta italiano Federico Fellini, que logra hacer un retrato fidedigno de la alta sociedad de su tiempo, que bajo su dirección adquirió una categoría mítica. En fin, así están las cosas.

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