"Nunca dejé que la escuela
Interfiriera con mi educación."
Mark Twain
Hace algunos días un ejecutivo de la industria hotelera me decía: "Por fin alguien nos unió a todos los turisteros: el Negro Elizondo." "¿Ya quieres que se vaya?" pregunté con inocencia. "No, al contrario, queremos que se quede. No queremos que nos manden a [Gerardo] Ruiz Mateos para que venga a aprender con nosotros en lo que falta de sexenio."
Es muy común que después del tercer informe de Gobierno empiecen a circular rumores sobre posibles cambios en el Gabinete. Y es lógico. Las elecciones intermedias han quedado atrás. El presidente necesita reorganizar su equipo para dar nuevo impulso a su Gobierno. Y los comentaristas necesitan material para llenar sus columnas y espacios.
Los rumores y las especulaciones se multiplican. Que si Rodolfo Elizondo deja la Secretaría de Turismo para irse a la embajada en Portugal. Que si Ruiz Mateos pasa de Economía a Turismo. Que si el procurador se va por sus diferencias con el secretario de Seguridad Pública. Que si Felipe Bravo Mena pasa al Gabinete. Que si Agustín Carstens se va al Banco de México. Que si Alberto Cárdenas deja la Sagarpa.
La lista es interminable y quienes mencionan un cambio u otro lo hacen con una seguridad admirable. En algunas ocasiones se trata de especulaciones. En otras, son deseos. También hay rumores maliciosos que buscan la salida de alguien o el ingreso de otro.
En el sistema político mexicano, por supuesto, los secretarios de Estado sirven a discreción del presidente. Éste puede reemplazarlos en el momento que quiera y sin motivo. Muchas veces sus decisiones son consecuencia de roces que sólo se perciben en reuniones de Gabinete o en contactos personales. Adivinar los cambios en estas circunstancias, sin ser parte del grupo íntimo del presidente, es difícil. Por eso el número de predicciones fallidas es enorme. Usualmente quien habla no sabe y quien sabe no habla.
Un reajuste del Gabinete parece necesario hoy. La derrota electoral del PAN y el deterioro de la situación económica han generado presiones para el presidente y su círculo interno. Éste es el momento de cambiar. Un nuevo miembro del Gabinete tiene todavía posibilidades de lograr algo en tres años y tres meses. Dentro de un año o dos, los cambios serán como los reemplazos de último minuto en un juego de futbol, que sólo buscan distraer la atención o hacer tiempo.
Parte del problema es que el Gabinete tiene demasiados integrantes sin experiencia en sus temas de responsabilidad. La falta de conocimiento es considerada como razón del mal desempeño. El presidente Calderón ha decidido tener demasiados amigos y protegidos políticos en su equipo. Ahí están Juan Molinar Horcasitas en la SCT, Alonso Lujambio en Educación, Ruiz Mateos en Economía, Patricio Patrón Laviada en la Profepa, José Luis Luege en Conagua y muchos más.
Cuando alguien sin experiencia ya ha aprendido, como es el caso de Elizondo, se amenaza con reemplazarlo por alguien nuevo para reiniciar el ciclo de aprendizaje. Lo curioso es que los panistas cuando estaban en la Oposición se quejaban de la costumbre priista de colocar a personas sin experiencia en puestos de responsabilidad. El presidente Calderón se ha mostrado en esto como un verdadero priista.
Yo no me cuento entre aquellos bien informados que pueden ofrecer predicciones sobre los cambios. El presidente ya ha demostrado que puede colocar a quien se le antoje en cualquier puesto. En eso radica precisamente uno de los problemas fundamentales de su Gobierno. El Gabinete sigue siendo una escuelita para que los amigos aprendan nuevas chambas.
Francisco Rojas, líder de la bancada de diputados del PRI, ha dicho que su partido ha propuesto las mismas 10 vertientes de reformas que el presidente Calderón. ¿Sería esto el inicio de los acuerdos que han evadido a nuestra clase política? Es difícil, pero por lo menos hay esperanzas. Son los acuerdos que han logrado países como Chile y España.
Www.sergiosarmiento.com
