En este mundo globalizado, en el que millones de personas llegan a países extranjeros para radicar ahí de por vida, y hay un continuo flujo y reflujo de poblaciones, a veces se pierde la brújula de la identidad nacional. Y si ello ocurre, como que está muy difícil que los recién llegados se integren a lo que se presenta nebuloso hasta para los nativos.
¿En qué consiste ser mexicano? ¿En festejar ruidosamente hasta las tragedias? ¿Fallar penaltis por cuestión genética? ¿Saberse nombres y hazañas de los héroes que nos dieron Patria... la que está en pleno proceso de descomposición? Si no sabemos definir eso, entonces andamos mal... y quienes quieran ser como nosotros la van a pasar peor.
Hace poco una compañera de trabajo de origen francés aplicó para obtener la nacionalidad mexicana. Como suele ocurrir, se metió en un laberinto burocrático tardado, inútil y absurdo. Por ejemplo, tiene que presentar un examen de conocimientos sobre el país, su historia y sus instituciones. Vi el cuestionario guía: estoy seguro que el 90% de los mexicanos comunes y corrientes lo reprobaría. ¿Saber la extensión territorial de Colima lo hace a uno mexicano? ¿A quién se le ocurrió semejante dislate?
Pero como México no hay dos: hay veinte. Otro país que se siente en la obligación de reafirmar y aclarar el concepto de nación (mejor dicho, de nacionalidad) es Francia. Y no es para menos: en ese país hay unos ocho millones de inmigrantes, algo así como el 13% de la población. Muchos de ellos batallan horrores para integrarse, y ya han manifestado su hartazgo y frustración, como en aquel otoño de 2005 lleno de incendios en los banlieus o barrios marginales... cuya represión catapultó a Sarkozy a la Presidencia de la V República Francesa.
Ahora, irónicamente, es Sarkozy el que convoca a un gran debate nacional sobre la identidad nacional gala. En cada prefectura de Francia se convocará a las "fuerzas vivas" a que, en grandes debates, se conteste una pregunta aparentemente sencilla: ¿Para usted, en qué consiste ser francés? Las respuestas deben estar dirigidas a "afirmar la identidad nacional y el orgullo de ser francés". Se supone que cuando todo esté claro, los inmigrantes tendrán mayores facilidades para integrarse. El mismo Sarkozy le entrará al debate, exponiendo su opinión el próximo mes de diciembre.
Además, se tratarán otros asuntos más concretos... como si debe hacerse obligatorio que los niños franceses canten La Marsellesa. Al parecer, allá como acá, a los críos se les olvida el Himno Nacional con particular frecuencia.
Como tenía que ser, la izquierda está dividida en cuanto a cómo reaccionar al debate. Algunos dicen que todo es una maniobra electorera. Otros, que el concepto de nación es originalmente de izquierda, y no habría que dejar que la derecha diga qué es o con qué se come. Quizá la iniciativa resulte, a fin de cuentas, interesante... aunque, la verdad, dudo mucho que ayude a integrarse a nadie.