Compromiso.
Los sacerdotes de la Arquidiócesis de Durango renovaron sus votos.
Rito. Los santos óleos que serán utilizados a lo largo de un año fueron depositados en unas ánforas.
Ceremonia. El arzobispo de Durango, Héctor González Martínez, encabezó la Misa Crismal ayer en la capital.
Este martes se llevó a cabo la bendición de los santos óleos en la Catedral.
Rosy Gaucín
El Siglo de Durango
Durango
Decenas de duranguenses se dieron cita este martes en la Catedral Basílica Menor de la capital del estado para participar de la bendición de los santos óleos, que representan para la Iglesia Católica los sacramentos que son fuente de vida y con los que se unge a las personas que son bautizadas.
La que es considerada como una de las ceremonias más importantes para la religión cat´ólica fue dirigida por el arzobispo de Durango, Héctor González Martínez, quien posterior a las lecturas del profeta Isaís recordó lo expresado el año anterior en víspera de la Semana Santa por parte del Papa Benedicto XVI, que esta época es una oportunidad para la renovación de los sacramentos de los cristianos.
En la Catedral Basílica la asistencia estuvo integrada por seminaristas, sacerdotes y fieles, quienes atentos presenciaban el rito.
El jerarca católico mientras tanto se refiria a la forma en que se vive la religión en algunas comunidades, dijo que de manera cotidiana observa a los fieles que asisten a los oficios religiosos, en la mayoría de los templos se puede distinguir a personas que rebasan la tercera y la cuarta edades. Mientras que la gente joven es muy poca, se encuentra divagando, por ello es importante renovar el cristianismo para darle mayor vigor a la evangelización.
Pero además se observa que hay abandono en las regiones apartadas y están desprotegidas, a estos lugares llega y se transmite la palabra de Dios a través de los sacerdotes y las religiosas.
Posterior al Evangelio se realizó la renovación de votos a los sacerdotes pertenecientes a la Arquidiócesis de Durango, a cargo del propio líder religioso.
Cabe hacer mención que antes de comenzar la celebración del triduo pascual se reciben estos santos óleos consagrados en la Misa Crismal, celebrada la mañana del martes por el obispo, reunido con su presbiterio y en una procesión de tipo solemne.
Los óleos fueron llevados en tres ánforas preciosas que se guardan en un lugar previamente destinado dentro de la iglesia.
El triduo pascual comienza el Jueves Santo y con él se revivirá el acontecimiento central de la salvación. Para la Iglesia Católica serán días de oración y meditación más intensas, en los que se reflexiona, ayudados por los sugerentes ritos de la Semana Santa, en la pasión, en la muerte y en la resurrección de Cristo.
En el misterio pascual está el sentido y el culmen de la historia humana. Por ello –subraya el Catecismo de la Iglesia Católica–, la Pascua no es simplemente una fiesta entre otras: es la “Fiesta de las Fiestas”, “Solemnidad de las Solemnidades”, como la Eucaristía es el “Sacramento de los Sacramentos” (el Gran Sacramento).
San Atanasio la llama “El Gran Domingo” (Ep. fest. 329) así como la Semana Santa es llamada en Oriente “La Gran Semana”. El misterio de la resurrección, en el cual Cristo ha aplastado a la muerte, penetra en nuestro viejo tiempo con su poderosa energía hasta que todo le esté sometido. La conmemoración del misterio pascual se inicia propiamente con la misa vespertina de la Cena del Señor, el Jueves Santo.
