Hace una semana el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Coahuila inauguró la remodelación del edificio que lo alberga desde 1981. Los lectores se preguntarán: ¿Qué acaso no había sido estrenado, con solemnidad, varias semanas después de la abrupta renuncia del gobernador Óscar Flores Tapia? La duda es razonable y se justifica, pues el edificio del tribunal, en efecto, fue inaugurado entonces, lo cual dejó una historia de justicia que, por coincidencia, recordó ahora, en el seno del mismo tribunal por el gobernador Humberto Moreira Valdés y por el presidente del colegiado, magistrado Gregorio Pérez Mata.
Recordemos que las presiones políticas centralistas que sufrió el Estado de Coahuila del mes de mayo al mes de julio de 1981 obligaron la renuncia de Óscar Flores Tapia al Gobierno Estatal. Este hecho pospuso la inauguración del edificio, planeada para uno de esos días junto a otras obras que estaban a la espera de solemnizar su entrega, pues el mandatario estatal "ignorante de lo que iba a suceder", quería culminar su Gobierno con varias inauguraciones, tal como lo había iniciado hacía cinco años y siete meses.
En agosto de 1981, faltaban detalles para concluir la futura sede del Superior Tribunal de Justicia coahuilense, entre otros el espléndido mural alusivo a la justicia que aún adorna la escalinata que conduce al piso superior. El día once de dicho mes Flores Tapia había presentado su renuncia ante el Congreso, le fue aceptada y de inmediato los legisladores nombraron como gobernador sustituto a don Francisco José Madero González.
Al siguiente mes, el de la Patria, el edificio estuvo concluido y listo para ser entregado; el gobernador sustituto ordenó que la obra se inaugurara y pusiera en servicio; pero los magistrados en funciones descuidaron en la placa relativa la verdad histórica en aras de su inauguración: el inmueble existía por la decisión y el entusiasmo del gobernador Óscar Flores Tapia, quien para entonces ya era solamente un simple ciudadano, ciertamente sujeto a proceso, pero en vías de ser absuelto por la justicia federal que rechazó las falaces acusaciones incoadas por el procurador general de la República cuando interpuso una cortina de humo a la ya inminente quiebra financiera del Gobierno de José López Portillo, y distrajo la atención del pueblo sobre el proceso electoral interno del PRI que poco después ungiría candidato oficial a Miguel de la Madrid Hurtado.
A tales presiones y a la publicidad negativa se debió que en la acostumbrada placa inaugural del edificio se hubiera omitido el nombre del gobernador Flores Tapia. Luego huyó el tiempo velozmente, dejando la verdad en el pasado y esperando a que el futuro se encargara de juzgar los hechos históricos. Los gobernadores que sucedieron a Flores Tapia dieron vuelta a la página, se ocuparon de su propia trascendencia y a nadie se le ocurrió enmendar aquel entuerto que, recién ahora, por disposición del gobernador Humberto Moreira Valdés, pudo subsanarse: la placa de la construcción del edificio del Superior Tribunal de Justicia en 1981 ignoraba al gobernador Óscar Flores Tapia. Ahora, a 28 años de su primera inauguración, el profesor Moreira ha repuesto su nombre en el sitio de honor con el reconocimiento merecido.
La muerte de Óscar Flores Tapia el 11 de julio de 1998 sucedió cuando gobernaba Coahuila el doctor Rogelio Montemayor Seguy. Al enterarse del hecho, Montemayor envió a su secretario de Gobierno, Carlos Juaristi Septién, a que oficialmente solicitara la venia de doña Isabel Dávila de Flores Tapia para que los restos mortales del ex mandatario coahuilense fuesen honrados en el Salón Gobernadores de Palacio de Gobierno y se les diera sepultura en la Rotonda de los Coahuilenses Distinguidos en mérito a su obra de Gobierno.
Con la actual remodelación del edificio del Tribunal de Justicia nuestro actual gobernador, Humberto Moreira Valdés, reitera su antigua admiración por la personalidad, obra pública y trabajo institucional del profesor Flores Tapia en un repetido acto de justicia histórica. Justicia histórica han sido también los aplausos que en sus dosificadas apariciones públicas recibe el doctor Rogelio Montemayor de los coahuilenses.
Tenemos la certeza de que la obra y las acciones políticas del profesor Moreira hoy son juzgadas y agradecidas por el pueblo que lo sigue con entusiasmo. Mañana será la justicia histórica quien lo reconozca con un fallo seguro e inapelable.
Después de todo, como dijo Cicerón, la historia es el testimonio de los tiempos y de los hombres, la vida de la memoria y el justo mensajero del pasado.