LLEGÓ A MIS MANOS este fin de año un libro de la reconocida periodista Anabel Hernández intitulado “Los Cómplices del Presidente” de editorial Grijalbo. La autora ha practicado el periodismo de investigación muy especialmente en las áreas de corrupción y abuso del poder de los políticos mexicanos. Fue la periodista que sacó el asunto de las toallas de Fox en las cabañas de los Pinos y las secuelas de corrupción de la familia presidencial Vicente -Martita y sus hijos, los conocidos hermanitos Manuel y Jorge Bibriesca-.
ES UN LIBRO minuciosamente documentado de 412 páginas como para poner los pelos de punta al más taimado, pues nos revela con toda crueldad en manos de quienes estamos los mexicanos en materia de seguridad, transparencia y honestidad pública. Un libro que todos los mexicanos estaríamos obligados a leer.
DEDICADO DE MANERA especial a develar los negocios que al amparo del poder logró el fallecido secretario de Gobernación Juan Manuel Mouriño, su hermano y su padre, lista todos y cada uno de los contratos que firmó para la empresa de su familia (Grupo Energético del Sureste) y sus filiales por más de 12,000 millones de pesos; además, relaciona una serie de negocios y franquicias que le concedió Pemex para montar más de 36 estaciones de gasolina en Campeche y transportar combustibles de la paraestatal.
ESTOS NEGOCIOS siguen funcionando a toda popa y felizmente como si nada hubiese pasado, no obstante las denuncias que sobre esos contratos obtenidos al amparo del poder por Mouriño Terrazo como presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputado, como subsecretario de Energía con Felipe Calderón y como secretario de Gobernación. Estos jugosos negocios ahora se siguen manejando ahora por su padre Manuel Carlos Mouriño Atanes y su hermano Carlos Mouriño Terrazo.
LAS DENUNCIAS Y PROTESTAS que originó su nombramiento como jefe de la política interna del país, se distrajeron más específicamente a su origen extranjero, que a cuestionar los irregulares contratos que logró él y su familia al amparo del poder público y no obstante de que en ese punto también hubo protestas, Calderón no quiso hacer ninguna investigación a las denuncias. Se le dio carpetazo y todos contentos, muy especialmente la familia Mouriño.
LA OTRA MITAD del libro que comento está dedicada al actual secretario de Seguridad Pública del Gobierno Federal el ingeniero Genaro García Luna a quien dedica profunda investigación, llega la periodista a la conclusión de que no es “confiable” en el delicadísimo cargo que desempeña en contra del crimen organizado y los secuestros. Aporta Anabel Hernández una serie de pruebas que cuestionan la honestidad de García Luna, tanto por sus orígenes como policía, como por los hombres de los que se ha rodeado, varios de ellos ejecutados y otros directamente señalados de haber tenido alguna conexión con el crimen de Enrique Salinas de Gortari y en otros sonados secuestros.
EL LIBRO ES REVELADOR del submundo que subyace en los sistemas policiacos de este abatido país. Narra las complicidades, corrupciones y sistema operativo de los mismos cuerpos policiacos con los delincuentes y el crimen organizado, especialmente en los últimos y más publicitados secuestros.
SOSTIENE LA AUTORA que su periodismo de investigación tiene por objeto revisar con rigor todo aquello que hacen los que deben rendir cuentas a la ciudadanía sobre todos sus actos, sean del partido que sean o estén en el cargo que estén.
PARA DESGRACIA de México, Felipe Calderón se amachó y nombró a Juan Camilo Mouriño como secretario de Gobernación, no obstante las protestas que en los medios se denunciaron por diversos sectores del país; igual conducta asumió Calderón con Gerardo García Luna cuando lo designó secretario de Seguridad Pública. Se tapó ojos, oídos y a nadie le hizo caso.
EL CUESTIONAMIENTO público no fue tomado en cuenta. La pesada sombra de duda que caía sobre los dos personajes no valió de nada. El mexicano está programado para callar y obedecer, no para participar en las cosas públicas.
QUÉ DIFERENCIA del nuestro, con el sistema Norteamericano. Bastó que existiera una pequeña duda sobre la integridad de Bill Richardson a quien el presidente electo Barack Obama lo había designado como secretario de Comercio en su Gabinete, para que el señor Richardson declinara tan honroso nombramiento, en tanto una comisión del Senado investiga y resuelve sobre la legalidad de un contrato que dio el gobernador de Nuevo México a una empresa de California por un millón de dólares, esto es, tristes doce millones de pesos, cuando el importe de los contratos otorgados por Pemex a la familia Mouriño sumaron 12,000 millones de pesos, como quien dice, lo de Richardson fueron cuentas de sirvienta, pues para rateros y abusones aquí merito.
EN NUESTRA PRÓXIMA colaboración relataré lo que la periodista Anabel Hernández dice de algunos personajes de Coahuila y de otros de nuestra querida Comarca, pero eso será otro día.
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