Los niños antiguos tuvimos escuela de tiempo completo. Por la mañana clases de aritmética, geometría, lengua nacional, geografía, historia. Por la tarde, civismo, dibujo, costura y dos veces por semana, ataviadas con los "chorecitos" de gimnasia: brazos arriba, abajo, a un lado y al otro, y algunas chapuzas para encestar el balón.
Pero la población infantil se multiplicó y la escuela tuvo que dividirse. Matutina o vespertina para que alcance para todos. Por el camino se perdió también la clase de civismo, con los resultados que todos conocemos. Entre huelgas y plantones a cuenta del magisterio, los niños tienen cada día menos horas de clases.
Y ahora la influenza. Felices los niños que tuvieron un lugar dónde refugiarse de la paranoia que provocó la epidemia que por unos días canceló la vida en esta capital, impidió los festejos del Día del Niño, y con la amenaza de que "no se confíen, la epidemia no está todavía bajo control", empañó los festejos del santo Día de la Madre, que comparado con el colapso que provoca todos los años, esta vez consistió en apenas un tímido regalo entregado sin besos ni abrazos que pudieran resultar contaminantes. Ni modo, cuando la fuerza es mayor hasta ni coraje da.
Ya vendrán tiempos mejores. Qué felices los padres si la inefable "Maistra" demostrando una elemental sensibilidad, hubiera declarado que los maestros, solidarios con el momento difícil que atravesamos y después de once días hábiles de trabajo sin trabajar, celebrarían su día ¡dando clases! Pero claro, eso es mi sueño guajiro, el festejo del Día del Maestro no se suspenderá porque ¡Ojo! "Fue La República -no el Gobierno de la República- quien por decreto, decidió homenajear a los maestros que trabajan cotidianamente y no ganan más de seis mil pesos al mes
Seguramente ella cree que el resto de los mexicanos trabajamos un día sí y un día no, y que ganamos como ella y don Carlos Slim. "Zapatero a tu zapato" increpó: "Si los papás nos ayudan atendiendo en casa los temas que les competen y no ven "nuestras" escuelas como guarderías de niños o roperos para dejar ahí a las criaturas a lo que cada maestro pueda hacer o no hacer, vamos a poder trabajar mejor". Nótese la soltura con que asume la propiedad de las escuelas.
O ya se las facturó como tantas otras cosas, o ignora que las escuelas y los sueldos de los maestros los pagamos los ciudadanos, y por lo tanto, sólo nuestros niños y sus maestros -en cuanto realmente se dediquen a enseñar- pueden decir "nuestras escuelas". "Yo, por el bien de la infancia mexicana soy capaz de hacer cualquier cosa" ha dicho la "Maistra" e indudablemente es capaz, ya lo hemos constatado. La más reciente maniobra de la lideresa consistió en conseguir -no pregunten cómo- que el Instituto Federal de Acceso a la Información decidiera guardar por doce años la información sobre las averiguaciones previas y delitos que ante la PGR, se le imputan. ¿Transcurridos doce años servirá para algo esa información? También ha conseguido que se mantenga en secreto el sueldo, prestaciones o como quiera que se le llame al dinero que le permite obsequiar cincuenta camionetas Hummers a sus paniaguados, así nomás, como quien le quita un pelo a un gato.
Otro secreto muy bien guardado es el beneficio que han tendido maestros y estudiantes de este ya casi eterno liderazgo: ¿mejoró la formación académica y las condiciones de trabajo de sus agremiados?, ¿hay equidad en la repartición de las plazas magisteriales?, ¿se sienten los maestros capacitados y justamente retribuidos?
Parece que no. Lo que sí queda muy claro es que habrá festejo, porque -así lo dijo ella- no va a permitir que "oscuros intereses" de los padres de familia, impidan que se celebre a los maestros en su día. ¡Felicidades!