La Gloria es un pueblito enclavado en la Sierra Madre Oriental, en el Cerro Cofre del Perote, Veracruz; ahí existen crías de cerdos, llegando a producir hasta medio millón de animales al año.
Los habitantes del lugar -cerca de tres mil- en varias ocasiones habían denunciado la contaminación del agua por los animales y otras inconveniencias generadas por los criaderos; poco se hizo al respecto y finalmente sería señalado como primer reservorio del que se propagaría la epidemia de influenza porcina.
En el mes de abril, la contadora pública, Adela María Gutiérrez, de 39 años de edad, ingresó al Hospital Civil de Oaxaca, con síntomas de neumonía atípica, muriendo el día trece del mismo mes.
Por esos días, fue internado en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, México DF, un hombre de 29 años de edad, con fiebre, diarrea, vómito, dolor de huesos y articulaciones, e insuficiencia respiratoria; recibió diagnóstico de neumonía atípica, falleciendo el 27 de marzo.
En su expediente clínico se encontró que procedía de la Zona del Perote, donde se localizó a Edgar Hernández, niño que había sanado con sintomáticos y antibióticos, siendo considerado el paciente "cero" del brote de influenza, que terminaría como pandemia mundial, afectando a 48 países con 134,503 casos.
Esta enfermedad está dejando valiosas lecciones al mundo y a nuestro país, algunas de ellas aún no plenamente digeridas, que debemos tomarlas en cuenta para hacer un recuento de las posibilidades que tenemos para enfrentar una crisis de salud pública como la que estamos viviendo.
En una entrevista realizada al Dr. Juan Ramón de la Fuente, ex Rector de la U.N.A.M., recordó que la epidemia de Gripe de 1918, dejó más de 40 millones de personas muertas en el mundo y que presentó tres olas: la primera en la primavera de ese año, la segunda en otoño y la tercera, a principios de 1919.
Habremos de comprender que no estamos exentos de que reaparezca la influenza, de hecho, en el país ya han aparecido algunos brotes que alertaron a las autoridades sanitarias.
Aunque hayamos cargado con el histórico primer caso, hay sospechas de que éste dato no se ajuste a la realidad; se refieren a pacientes con sintomatología sugerente de influenza, detectados en el sur de los EUA.
Sin duda que México, con sus limitados recursos, reaccionó a la amenaza y, para poder enfrentarla efectivamente, debió hacer pública la información sobre las medidas a tomar para protegerse; así, el presidente Calderón instruyó y dio amplias facultades a José Ángel Córdova Villalobos, quien el 23 de abril suspendió clases en San Luis Potosí y el Distrito Federal, medida que se extendería al resto del país y se ampliaría a restaurantes, centros de diversión y áreas turísticas. En dinero, el costo fue alto, especialmente en estos tiempos de crisis que vivimos.
La campaña publicitaria sobre medidas preventivas y la educación para la salud que recibimos es ganancia que queda; de hecho, durante la etapa de mayor difusión de información sobre la enfermedad y medidas preventivas o curativas, como efecto secundario, por el solo cuidado del bien lavado de manos, se vio decremento en las enfermedades infecciosas gastrointestinales. Buena lección que se suma a otras preventivas de salud en escuelas que esperamos no se pierdan.
El costo no queda claro: Agustín Carstens lo fijó en 30 mil millones de pesos, representando el 0.3 del PIB, con la pérdida de 45 mil empleos; los grupos financieros lo calcularon en 65 mil millones de pesos. Sin duda que es mucho dinero, que aún está cobrando altos intereses, especialmente en términos de decremento de ingresos y pérdida de empleo en la industria turística.
Otra lección que queda al evaluar la toma de decisión: ¿Cuántas vidas hubiera costado si no se informa y orienta a la sociedad? En EUA, no se tomaron las medidas adecuadas de inmediato y tuvieron mayor número de casos -a pesar de las diferencias en salud pública- y desde luego menor pérdida de dinero.
También quedó en evidencia nuestra irresponsable atención y apoyo a la investigación, que sólo recibe el 0.33 del PIB, cifra ridícula que se refleja en nuestra dependencia del extranjero en compra o transferencia de tecnología, o en situaciones como ésta. Le comparto sólo un dato: en el año 2005, pagamos $2,000,000,000.00 de pesos por transferencia de tecnología y con esa cantidad podríamos haber producido 90,000,000 vacunas, además de las ganancias generadas por la venta de remanentes.
Habrá que aprender y tener una mejor planeación del gasto público.
La solidaridad del mexicano, en situaciones de urgencia, quedó demostrada; la condición humana del temor y la ignorancia de algunas autoridades del extranjero, desnudó sus propias incapacidades profesionales.
La lección es grande y nos invita a mantenernos atentos a la evolución de la epidémica influenza humana.