"No hay lecciones ni fracasos,
Sólo lecciones."
Denis Waitley
Regresamos a la normalidad y pocas veces la apreciamos tanto. Para un hombre enamorado de la Ciudad de México, y que encuentra en la vida social y cultural la principal fortaleza de este gigante conflictivo, el que una vez más pueda uno tomarse un café, una copa o una comida amistosa en un lugar público es una bienvenida mejoría.
Regresamos a la normalidad en tiempos políticos. El secretario de Salud federal, José Ángel Córdova Villalobos, y el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, parecen haber sido los principales beneficiarios políticos de la crisis. Su presencia constante en los medios de comunicación, a través de conferencias de prensa, los favoreció de manera significativa. En cambio, la decisión del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, de asumir un papel mucho más discreto le afectó. La lección, como la que aprendió Miguel de la Madrid en los sismos del 85, es que mantener un perfil bajo en tiempos de crisis es una mala opción política.
Sí, son tiempos políticos. Andrés Manuel López Obrador se presentó en dos reuniones políticas en Tabasco este 6 de mayo, a pesar de que el IFE había establecido lineamientos que impedían la realización de mítines masivos. En México "no hay problema sanitario" dijo: "Qué influenza ni qué ocho cuartos."
Son tiempos normales. Alejandra Barrales, presidenta del PRD en el Distrito Federal, anuncia que el diputado Edy Ortiz ya no es miembro de su partido porque está registrado como candidato a diputado suplente del Partido Social Demócrata, que no tiene alianza o coalición con el PRD, pero considera que no hay ningún problema en que López Obrador haga campaña por Convergencia y el PT, que tampoco tienen alianza o coalición con el PRD.
Los tiempos de radio y televisión están saturados por anuncios de campaña, unos regulares, otros malos y muchos peores, que se convierten ya por saturación en una especie de ruido de fondo de la actividad cotidiana. Nadie recuerda ya a qué partido pertenece cada promesa. Lo único que tenemos es esa agresión constante de mensajes que nos dicen qué pensar, cómo actuar, cómo votar.
Regresamos a la normalidad en un país que parece haber dejado atrás muchas precauciones. Los cubrebocas, que se convirtieron en uno de los símbolos de la epidemia, han desaparecido con rapidez. Poco a poco el saludo de manos o el beso en la mejilla reaparecen. Pero los mexicanos parecen haber aprendido la mayor lección de la epidemia: la higiene. La gente parece estarse lavando las manos con mayor frecuencia. Esto reduce la posibilidad de contagiarse no sólo de influenza sino de muchos otros males.
Este fin de semana las celebraciones del Día de las Madres pondrán a prueba los avances contra la epidemia. El 10 de mayo es el día de mayor afluencia en el año a los restaurantes. Aun cuando disminuya esta concurrencia en comparación con otros años, este fin de semana se generará el mayor contacto humano en nuestro país en mucho tiempo. Esto elevará el número de contagios, si bien de una enfermedad que hoy ya sabemos se puede controlar.
Por mi parte, una de las lecciones más importantes es aprender a gozar de esos pequeños placeres de la vida urbana que a veces damos por hecho. Cada oportunidad de tomarse un café en una cafetería, de comer en un restaurante o de divertirse en un teatro o centro nocturno habrá que ser valorada. No sólo hay que disfrutar de esos momentos sino entender su fragilidad.
La epidemia de influenza nos ha demostrado una vez más el gran peso de la ignorancia en las decisiones humanas. La ignorancia provocó la detención de mexicanos en China, la matanza de puercos en Egipto y el rechazo de alimentos mexicanos en Haití. Ignorancia también es la que muestran los directores de escuelas que prohíben el acceso de alumnos sin cubrebocas y gel a pesar de que no hay en el mercado.
