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La nueva segregación

DIÁLOGO

YAMIL DARWICH

La segregación, en la historia del mundo, ha sido aborrecida; considerada como grave expresión de abuso del más fuerte sobre el débil, de aquellos quienes debieron renunciar o fueron separados de algo que poseían como derecho natural.

Las diferencias por las condiciones económicas también marcan distancias en términos de calidad de vida; desde educación hasta vivienda, de alimentación a salud.

Hoy aparecen nuevas formas de segregación; marcas de las diferencias en oportunidades y de calidad de vida, según sea la condición económica que se tiene y el país en que se vive.

Aún con el arribo a las modernas organizaciones sociales, de los sistemas de solidaridad y salud social que ofrecen curación para todos, los distingos se siguen agrandando, ya que no es la misma oportunidad para aquel canceroso que debe buscar soluciones a su padecimiento en un consultorio modesto y hospital del Estado, al del que tiene posibilidades de perseguir la salud hasta cualquier rincón del mundo; todo es cuestión de dinero. El efecto es segregación.

Un niño de África, tiene limitadas sus oportunidades de sobrevivir por falta de atención a su alimentación y salud; un infante de Europa, está protegido contra las principales enfermedades infecciosas y nutricionales: segregación.

Las oportunidades para encontrar formas de vida decorosas son distintas para ricos y pobres; si hablamos de educación, las diferencias entre una escuela centroamericana y otra norteamericana, son enormes y se verán reflejadas en las aspiraciones y oportunidades de unos y otros; nunca será igual la opción de trabajo para un médico graduado de la mejor escuela europea, del otro que estudió en alguna nación africana: segregación. Los sistemas políticos han probado ser ineficientes, provocadores de mayor distanciamiento entre países ricos y pobres; aún más, el desarrollo industrial es tan diferente, las propiedades intelectuales tan dispares, que en el futuro, la humanidad estará más separada, hasta llegar a crear a ciudadanos con o sin reales alternativas de vida.

La segregación tendrá consecuencias no dimensionadas con la aplicación tecnológica de los descubrimientos científicos; el exceso llegará cuando solamente quienes puedan pagar a supuestos propietarios del conocimiento podrán curarse o sobrevivir.

Esta segregación profundizó a mediados del siglo XX, cuando los países investigadores buscaron formas de proteger sus intereses. Así, en EUA, se aprobó una ley llamada Bayh-Dole Act, que aseguró monopolizar conocimiento para industrializarlo y beneficiarse de sus inversiones.

Es innegable que las universidades y los centros de investigación científica hacen enormes inversiones en desarrollo tecnológico buscando aplicaciones; tal vez usted haga uso de ellas y esté pagando cantidades de dinero considerables para disfrutarla; los iPhone o iPod son ejemplos actuales.

La discusión se centra en el derecho que se pudiera tener para monopolizar a la naturaleza, porque finalmente los inventos no existen realmente, sólo son descubrimientos que se logran a través del empleo del conocimiento, tiempo y dinero, hasta agotar posibilidades. Es el método de "ensayo y error" en que basamos el método científico.

Con esa nueva ley, en los EUA, ahora las universidades y centros de investigación pueden controlar descubrimientos en sustancias y procedimientos para aplicar en el campo de la salud; sólo como ejemplo: un investigador registra la patente para el uso de algún medicamento orientado a atender una enfermedad; quien quiera recobrar la salud, deberá pagarle un porcentaje por hacer uso de su "propiedad"; hay casos de instituciones que, al cancelar el contrato del profesor, retienen apuntes, sustancias y materiales y podrán cobrar, vender o lucrar de cualquier forma con ellos. En ninguna circunstancia, terceros están en posibilidades de utilizar tal saber para ampliarlo o modificarlo.

Ahora, los profesores investigadores, científicos y técnicos, se preocupan más en registrar posibles descubrimientos que en educar, a fin de asegurar que no haya otros que les aventajen. Así, se limita la investigación y para el caso de las universidades, están prostituyendo a los educadores que en otro tiempo enseñaban por verdadera vocación.

Es la danza de intereses millonarios, que solamente por litigios de derechos de propiedad -se dice- generan hasta 200 millones de dólares anuales; habremos de pagar altos costos en términos de agio y abuso del conocimiento del más fuerte sobre el pobre y débil.

Otro caso como ejemplo: al patentarse los genes -hecho conocido- se rompe con el principio de que "la naturaleza no tiene dueño" y se asegura que, quien registró algún conocimiento científico del tema, podrá, si lo quiere, congelar todo tipo de investigación referente al mismo, limitando el avance de toda la humanidad que es sometida a intereses materiales particulares.

De cualquier forma, por ser ese laboratorio o persona dueños, deberemos pagarles por ¿su? conocimiento.

Nunca la humanidad había visto formas tan crueles de segregación y discriminación, que lleva a que, unos cuantos, decidan si los demás sanamos, vivimos o morimos. ¿Le parece justo?

ydarwich@ual.mx

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