Desde que el mundo es mundo, el hombre ha buscado el conocimiento de la realidad realizando sus acercamientos de diferentes maneras. En Al artículo pasado nos referimos a la representación por medio de lo simbólico; pero más que eso, a lo que el hombre le ha interesado es saber en si en que consiste lo que llamamos realidad, cuál es su funcionamiento, cuáles sus leyes para de esta forma poder relacionarnos obteniendo mejores resultados.
A partir del siglo XVII el positivismo planteó como única forma de acercamos a la realidad "objetivamente" a través de la ciencia. Todas las demás formas quedan caducas porque la ciencia es la única que posee los métodos necesarios para de mostrar lo que es y lo que no es.
Posiblemente en algunos campos así sea; aún en la física con la teoría de la relatividad y la física cuántica se pone en entredicho hasta que punto podemos prever lo que pasará con los datos que tenemos y muchas teorías y leyes se han venido abajo por no ser aplicables en algunas circunstancias. Si esto pasa en la física que no pasará en la sociología, aunque el positivismo ha planteado un método par conocer el funcionamiento de lo social; en su mayoría, los métodos se basan en las estadísticas y estas jamás tienen un 100% de confiabilidad. (Creo que a lo más que se acercan es al 95% que ya es confiabilidad, pero siempre quedará ese otro cinco o cuatro o tres por ciento que puede echar por tierra cualquier predicción científica.
¿Ahora que podríamos esperar del conocimiento del mundo que tenemos actualmente a través de los medios masivos de comunicación? Comenzando por la historia, que según dicen que la escriben los vencedores y que por otro lado mucha de la historia que nos cuentan es aquella que a algunos les interesa que creamos, o la que cuentan los perdedores mostrándose como los niños buenos que fueron víctimas de las injusticias de los otros, cuando a su vez ellos eran los victimarios de otras víctimas más débiles que ellos. ¿Cómo leemos nuestra propia historia mexicana?
Los días cotidianos nos llegan a través de los filtros de quienes nos la presentan que según parece nos dejan ver lo que a ellos les conviene y nos esconden también lo que les conviene que no veamos. En los conflictos siempre habrá dos o tres versiones y nosotros por lo general juzgamos a partir de una.
La explicación de lo anterior parte de que cada quien tiene una ideología (que lo mismo puede ser política que religiosa) y cada quien juzga a partir de ella. El mundo lo interpreta según las bases que durante su educación a recibidito o le han hecho desarrollar, porque todo mundo tiene una concepción de lo bueno, lo malo, lo bello, lo feo lo conveniente o lo inconveniente y son estas convicciones las que nos dan la seguridad de la interpretación del mundo.
Entonces ¿en dónde está la objetividad? A medida que pase el tiempo es más difícil pensar que lo objetivo es la nota común y corriente que recibimos de los actos sociales por los medios que nos llegan, cualquiera que estos sean.
Sería muy difícil que alguien hable mal en contra de si mismo o que se juzgue negativamente. (Eso crearía un alto grado de conflictos de las personas). En todos los actos hay pros y contras y por lo general presentamos los que nos convienen y minimizamos aquellos que no nos conviene. Si esto lo hacemos personalmente, que no haremos cuando se trata de presentar nuestros actos ante la opinión pública. Siempre el bueno somos nosotros y los malos los otros.
Dicen que lo objetivo es presentar los hechos tal cual son; pero aún así, yo siempre presentaré los hechos desde el lugar que los veo y según lo perciben mis propios sentidos. Si hasta los filósofos dudaban de lo que percibían por sus sentidos. La ciencia misma estudia los objetos desde su propio horizonte de comprensión y juzgara desde el punto de vista de su ciencia.
Por todo lo anteriormente expuesto nos damos cuenta de que la objetividad es difícil mucho más tratándose de las cuestiones sociales. El mundo ha caminado por el enfrentamiento de diversas concepciones; unas han permanecido, otras bhan muerto. Tal vez, las que existen ahora vayan a desaparecer en algunos años o siglos, oltras renazcan o surjan otras nuevas, uno nunca sabe.
El hombre tiene inteligencia para indagar; si no que caso tendría el tener inteligencia si nos vamos a conformar con las primeras respuestas encontradas o con lo primero que nos digan. La verdad de las cosas es tan complicada, que nunca se acaba de conocer o comprender. Ningún método agota el conocimiento de la realidad, y me perdonan que lo diga, ni el método científico. La versión del mundo es múltiple, por eso, si algo tenemos que defender es el derecho que tenemos todos a opinar. Mas vale permitir que se digan tonterías a prohibir las opiniones.
No es que las cosas cambien, que hoy sean una cosa y que mañana otra; somos nosotros quienes estamos limitados para el conocimiento; a pesar de lo que conocemos, nos damos cuenta de todo lo que no conocemos. (Esto lo decía algún filósofo del cual no recuerdo ahorita su nombre). Así es que, nadie puede decir la última palabra sobre los acontecimientos; siempre habrá algo desconocido que venga a cambiar el panorama (como pasó en la física) y nos haga replantearnos todo aquello que teníamos como verdad. Este es el juego que todos jugamos; en esto consiste el juego de pensar.