Cada año que pasa anda más vilipendiado el prestigio de los ex presidentes de México. Por algo será. Los que habiendo ejercido el poder con mano de hierro, apenas dejan la banda tricolor se les empieza a opacar el brillo de su buena estrella, Los que en su momento fueron considerados casi una deidad, vuelven a ser vistos como hombres de carne y hueso, faltando tan sólo que un perro les pase por delante y levantando una pata, humedezca las perneras de sus pantaloncillos. A los nutridos aplausos de la claque política, que se deshace en floridas exultaciones, mientras el personaje se encuentra en el candelero, le sigue, cuando entrega el cetro a su sucesor, una pertinaz diatriba. Un ejemplo histórico de ello lo constituye el emperador Julio César (101-44 a, de J.C.) cuyo carro apenas aparecía a lo lejos y la multitud, que con ansiedad expectante lo esperaba, prorrumpía en una aclamación tan estruendosa que hacía temblar el Tiber bajo sus bordes, al resonar el eco del servil clamoreo en sus cóncavas márgenes, quien a pesar de que le habían dicho que se cuidara de los idus de marzo, no hizo el menor caso, caminando, tiempo después, como cualquier hijo de vecino, rumbo al capitolio.
Habiéndose hecho proclamar dictador con poderes de un soberano, fue asesinado por unos conjurados, dirigidos por su hijo adoptivo, que lo apuñalaron en las puertas del Senado. Sacando su espada para defenderse de la brutal agresión, al ver a su hijo entre sus atacantes, transido de dolor, dejó su arma diciendo Tu Quoque, Brutus, para a continuación envolverse en su capa. Lo mismo podría decir Carlos Salinas de Gortari, sólo que en lengua vernácula, dirigiendo sus aladas palabras a su antiguo colaborador Luis Téllez: tú también, Bruto. Aquí podía decirse aquello de que del árbol caído todos hacemos leña. En efecto, hace unos días el actual secretario de Comunicaciones y Transportes hizo un relato, grabado clandestinamente, en que se oye su voz, indicando que Carlos Salinas de Gortari robó la mitad de la cuenta secreta de que gozan los presidentes, sin dar cuentas a nadie de a qué rubros se destinan. Antes se le vio aplaudir sentado en una butaca en cada uno de los Informes. Ahora lo denigraba en un cotilleo telefónico diciendo, a manera de justificación, que lo hizo en el marco de una comida casual, reconociendo que su comentario carecía de sustento alguno.
En fin, es una regla no escrita de que los altos funcionarios mantengan un discreto silencio sobre las cosas de las que se enteran por razón de su cargo, sobre todo de los asuntos en que participaron las autoridades de otras épocas. Se cumple el aforismo de que perro no come perro. De otra manera los presidentes usarían a los miembros de su equipo, disfrazando su participación en las fugas de información privilegiada, con el sambenito de que no tiene ningún fundamento ni tiene evidencias de acciones ilícitas, que lo que dijo de manera casual e indebida ya que carecía de sustento probatorio alguno para decir lo que reconoce haber dicho. De lo que puede pensarse se trataba por algún motivo de darle un calambre al ex mandatario federal. Lo que dijo Luis Téllez, actual secretario de Comunicaciones y Transportes no debe ser considerado intrascendente pues no se concretó a señalar que Salina de Gortari dispuso de moneda ajena en su propio provecho, sino que además lo acusó de haber destrozado al país.
El alto funcionario no es un niño que de manera inocente haya dejado escapar una acusación, al que basta un regaño para corregirlo, esto es, un tirón de orejas, diciéndole no lo vuelvas a hacer. Lo que atrapa ahora la atención de los ciudadanos es que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes señale que las grabaciones que se le hicieron al titular de esa dependencia son ilegales por lo que anuncia que en breve la SCT presentará ante la PGR la denuncia de los hechos correspondientes, dado que la Ley prohíbe y castiga no solamente a a aquellos que pongan pájaros en una línea telefónica, sino además a los que difundan una comunicación privada. El pasado jueves, en su programa de Radio Noticias MVS, la periodista Carmen Aristegui dio cuenta con esa información. De ahí estoy tomando los datos para formular esta colaboración a la que debe darse la difusión que merece un suceso donde participa un ex presidente de México, hechos que no negó Luis Téllez Kuenzler hayan ocurrido, sino que sin ambages los confirmó. En fin, después de todo es deber de un mexicano bien nacido o aún mal nacido, poner en conocimiento de la autoridad de los delitos que llegue a enterarse se han cometido.