EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

La piedra angular del narcotráfico

JULIO FAESLER

Por fin la tesis de un presidente mexicano, el que se ha fajado los pantalones y le ha dicho sus verdades a Estados Unidos, tuvo eco. El propósito de la visita que nos hizo esta semana la canciller Hillary Clinton, fue justamente para aceptar la realidad de la responsabilidad de su país en el terrible drama del consumo y tráfico de drogas. De ahí su obligación de contribuir al gigantesco esfuerzo emprendido por Felipe Calderón en la guerra contra el narcotráfico desde el principio de su Administración.

La señora Clinton declaró sin ambages que su país es corresponsable del problema: "Nuestra insaciable demanda de drogas ilegales, dijo mientras viajaba a México, es el motor del narcotráfico y nuestra incapacidad para impedir el contrabando de armas es la causa de la muerte de soldados, policías y civiles". Fue, por fin, esta tardía confesión la que constituye la piedra angular para entender el problema en toda la magnitud de sus múltiples facetas.

Durante sus conversaciones con el presidente Calderón, la secretaria de Relaciones Exteriores, el procurador general, Hillary Clinton aludió a un aumento en el monto de la ayuda económica del Plan Mérida recientemente recortado en 150 millones de dólares por el Senado norteamericano. Por lo pronto, los Estados Unidos aportarán armas de guerra y tres helicópteros además de otros pertrechos para que no siga siendo el caso de que las mafias estén mejor armadas que las fuerzas militares que las combaten.

El asunto, sin embargo, va más allá de querer remediar males sólo con dinero y milicias. Si no se va a la raíz del problema éste aumentará. La legalización de las drogas "suaves", como la marihuana, propuesta por los que creen que su consecuente abaratamiento en la calle quitará el incentivo comercial, sigue discutiéndose hasta en nuestra Cámara de Diputados. La idea fue recomendada recientemente por cuatro ex presidentes latinoamericanos. Pese a que, puesta en práctica hace varios años en países europeos como Dinamarca y Países Bajos, la medida, no ha probado su eficacia para reducir el consumo.

Toda estrategia, sin embargo, cualquiera que sea su membrete, debe incluir un programa de disuasión al consumo acoplado a otro de rehabilitación de los adictos. Estos esquemas, largos y costosos, algunos con el apoyo de las Iglesias, se diseñan y operan con criterios de permanencia. Los que hasta ahora se han dirigido al vasto público consumidor norteamericano han comenzado a tener éxitos aunque sólo marginales. Se requiere que ese Gobierno dedique mayores recursos, especialmente en términos de especialistas y trabajadores sociales entregados a esta vocación.

La jefa en funciones de la Administración Federal Antidrogas (DEA), Michelle Leonhart, aceptó que la lucha anti drogas dentro de Estados Unidos ha sido un "fracaso" ya que aún existe un considerable consumo en este país. La "solución perfecta" es atacar tan "agresivamente" como posible no sólo el abasto, sino el consumo. El Gobierno de Obama, continuó diciendo, tiene interés en temas como el tratamiento y la rehabilitación de drogadictos. Este asunto donde se trata de curar allá a más de 16 millones de farmacodependientes queda, empero, más allá de la competencia de México.

El avance en el terreno social es lento. Mientras tanto, crecen las multibillonarias fortunas de los traficantes cuyas identidades, de cuando en cuando nos hacen saber revistas como la del señor Forbes. Son ellos los que más ganan. Los esquilmados son el campesino que cultiva y el último cliente y que ocupan los dos extremos de la a veces mortífera cadena. Las astronómicas ganancias se quedan con los que manejan y protegen los cárteles.

La nueva era, anunciada por Hillary Clinton a nombre de su jefe Barack Obama, es de una cooperación convencida y efectiva de los Estados Unidos para la guerra que por ahora se escenifica en nuestro territorio. Es prioridad máxima para ambos países.

Hay un aspecto especialmente acuciante y, para nosotros, de urgente atención.

Como en cualquier negocio, el tráfico de drogas busca ampliar su clientela para asegurar e incrementar ganancias. La propia inercia de sus operaciones lleva a buscar nuevos "nichos" de mercado y todo obstáculo para llegar a su clientela norteamericana, presiona a los traficantes mexicanos a ampliar el mercado nacional donde, con una incalificable criminalidad, encuentran amplia perspectiva en nuestra inocente población escolar.

El programa "Escuela Segura" del Gobierno Federal comienza a atender este siniestro problema. Varios planteles educativos privados están implementando sus propios programas en combinación con los padres de familia para detectar la presencia de drogas en las mochilas y ropa de los alumnos y maestros. Hay que extender esta inaplazable acción.

El narcotráfico, como la Hidra, tiene mil cabezas. Clinton declaró que, en esto, como en otros temas, subimos o caemos juntos. No es retórica.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 423553

elsiglo.mx